Museo del Desierto: Un tesoro invaluable y una ventana al pasado de Coahuila
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Entrar al Museo del Desierto es como hacer un viaje en el tiempo; significa reencontrarse con algunos de los primeros habitantes de la Tierra y conocer de nuestro pasado a través de los fósiles. Este lugar representa mucho más que exposiciones o un ‘zoológico’… es investigación, conocimiento y diversión
Por Karla Tinoco / Fotos Omar Saucedo/Héctor García
Hace apenas 3 semanas se conmemoró el 17 aniversario de este lugar que no sólo alberga historias de dinosaurios que habitaron alguna parte de Coahuila hace miles de años, sino que deja abierta una ventana entre el pasado y el presente que permite conocer y entender el ecosistema que nos rodea.
El biólogo Arturo González González, desde 1997 participó en el proyecto en su planeación y fundación cuando era el subdirector científico. El museo fue fundado el 25 de noviembre de 1999 por el entonces presidente Ernesto Zedillo y 2 años después González fue nombrado director.
Desde su inicio, se planteaba que este lugar tuviera una visión inteligente de lo que alguna vez existió, como fueron los dinosaurios; luego se pretendía que este espacio estuviera relacionado con la arqueología; y finalmente que hubiera animales.
“Vimos que la célula, para entendernos, es el ecosistema porque es el espacio donde convive la agricultura, ganadería, fauna, actividades del hombre y los dinosaurios. Este desarrollo ha sido muy exitoso y es un modelo que se pretende replicar en otras partes de México porque es lo que más crea identidad y pertenencia, esa es la mejor defensa contra la inseguridad y la ignorancia. Este lugar es un puente entre el pasado y el futuro”, explica
El 99 por ciento de los museos en México han sido dedicados al estudio del hombre, pero no hay espacios dirigidos a la investigación de la historia natural, argumenta el director.
“Prácticamente somos el único que hace investigación en diferentes áreas como la paleontológica donde se han descubierto una docena de nuevas especies como los dinosaurios. También hacemos investigaciones en serpientes, cactáceas y otras que generan exposiciones y museografías para otros espacios del país, por lo que se permitido posicionar a Coahuila y a México internacionalmente en los temas de ciencias de la tierra y ciencias de la vida”, dice.
En Chiapas, Villahermosa Tabasco y en la Ciudad de México también existen otros museos de historia natural donde se realizan investigaciones de fósiles, aunque los descubrimientos no han sido suficientes.
ATESORAR LO MÁS VALIOSO PARA COAHUILA
Desde que el museo se fundó han generado proyectos específicos que les permiten —a través de un análisis muy serio sobre sus necesidades— “fondearse” a través de diferentes instituciones. Uno de estos proyectos, iniciado hace 10 años, fue el Desierto Viviente, que consistía en mostrar los seres con los que coexistimos en el ecosistema, como osos, borregos cimarrones, lobos, entre otros.
Esos proyectos que fueron financiados por Conaculta, un gran socio, por lo que González lamentó la reciente muerte del secretario de Cultura federal, Rafael Tovar y de Teresa, que desde el principio entendió la necesidad de tener museos de este tipo en el país y desde entonces siempre estuvo apoyando.
Museo del Desierto, termómetro del ecosistema
Otros proyectos también han sido fondeados por otras instituciones como: Fondo Mundial para la Naturaleza (WWF) por sus siglas en inglés, la fundación Carlos Slim, Consejo Nacional de Ciencias y Tecnología (Conacyt), Comisión Nacional de las Zonas Áridas (Conaza), entre otras que colaboraron.
“El objetivo de esta institución es convertirse en lo que en Estados Unidos son los ‘Smithsonian’ —un centro de educación e investigación que posee un complejo de museos asociado— que resguardan lo más valioso de ese país y el Museo del Desierto, con algunos socios en México, busca tener esa misma figura que en otros países se consigue. Queremos tener estos tesoros almacenados, estudiados y exhibidos en espacios dignos que generan esa identidad y pertenencia que es fundamental para una sociedad”, agrega emocionado.
UNA NOCHE EN EL MUSEO
Desde que Arturo era pequeño soñaba con hacer museos, y muchos años después logró hacer algo que no había sucedido antes: que los niños pasaran una noche en el museo, como en la película que lleva el mismo nombre.
“Nuestro museo empezó a invitar a niños a dormir en el museo, justamente antes de la película Una noche en el Museo (2006). Cuando nosotros renovamos nuestro pabellón número 3 relacionado con la Era de Hielo, fue antes de la película La Era del Hielo (2002). Eso nos ayudó mucho porque nos promovieron y ayudaron a que nos insertáramos en el tema de la historia natural de la tierra”, recuerda orgulloso.
También dice que este lugar es una especie de termómetro del ecosistema que está pulsando con el conocimiento que poco a poco vamos develando gracias a la ciencia y a los investigadores alrededor de nuestro ecosistema y que no, no es un “zoológico”, sino un centro de conservación de especies que permite que animales que tuvieron algún accidente o fueron atrapados puedan ser revisados por veterinarios y después ser liberados, según su ecosistema.
Finanzas y lealtad
Son 67 personas las que trabajan en este lugar —entre ellas 8 investigadores— que se han convertido en empleados “multitask”, porque tienen a su cargo diversas tareas. El director es el primero que da ejemplo con su manera de actuar y de ser para que todo el equipo esté haciendo su mejor esfuerzo y resulte un producto de mucha calidad.
Eso le ha valido generar entre 20 y 25 artículos científicos al año sobre el descubrimiento de nuevas especies que se divulgan en los números de Cactáceas, Reptiles y Fósiles. El número de publicaciones del museo compite con la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM) y el Instituto Politécnico Nacional (IPN).
Ser una asociación económicamente autónoma también significa obligarse a redoblar esfuerzos para conseguir recursos y funcionar al máximo. El presupuesto del museo es aproximadamente de 40 millones de pesos; sin embargo, eso únicamente representa el gasto corriente que se logra a través de la taquilla, exposiciones temporales y las tiendas (servicio de restaurantes, renta de espacios para celebraciones, máquinas tragamonedas, y otros que suman cerca de 29 negocios).
La asociación civil también cuenta con un convenio por poco más de 9 millones de pesos que tienen con la Secretaría de Educación (Sedu) para que todos los estudiantes entren gratis. Es para garantizar que todos los jóvenes puedan ingresar al Museo del Desierto; eso representa poco menos del 20 por ciento de la necesidad.
Es un museo que a nivel financiero es el más autosuficiente del país, porque sus necesidades las cubre con los ingresos que puede conseguir.
-Pero ¿qué pasa cuando no hay dinero suficiente?
“Sufrimos muchísimo, ha habido temporadas en las que los directores no podemos cobrar porque no completamos para pagar nuestros sueldos. Ha habido algunas temporadas difíciles pero únicamente queda trabajar. No hemos llegado a estar en situaciones demasiado graves, aunque en algunos momentos algunos directores tuvieron que dejar de cobrar.
La organización que dirige al museo está integrada por un consejo de directores, conformado por diversos empresarios y las finanzas siempre las están revisando un grupo de auditores externos e internos que nos permiten ir anticipándonos a épocas difíciles e ir conformando un calendario que permita avocar las energías para que en los meses en los que la situación económica es muy difícil se pueda compensar con este tipo de cosas”, detalla Arturo González.
Finalmente, la administración del Museo del Desierto es un modelo en México que en muchos sentidos ha servido para mantener unas finanzas sanas.
Ana Bertaud de León, responsable del laboratorio de Tejidos del Museo del Desierto
El Museo del Desierto cuenta con un laboratorio de tejidos donde se realiza la germinación de las plantas, principalmente de cactáceas. El proceso tiene cinco fases pues se busca la acelerar el crecimiento que en años podría obtener las plantas y en este lugar se logra en meses.
Idalia Hernández Guerrero, responsable del invernadero del Museo del Desierto
Las cactáceas que salen del laboratorio de cultivo in vitro y son trasladadas al invernadero deben adaptarse a los cambios de temperatura y humedad. Este tipo de plantas son de lento crecimiento, aunque depende de las especies y el tamaño que tengan, pues entre más pequeña es más difícil adaptarla. Algunas llegan a tardar hasta 10 años en crecer.
Rubén Rojas, responsable de la curaduría de plantas del Museo del Desierto
En el Museo del Desierto cuentan con una colección de cactáceas de aproximadamente 400 especies diferentes, de las cuales el 90 por ciento son mexicanas y el resto son sudamericanas o de Estados Unidos. La mayoría de las plantas de este tipo tienen espinas, aunque todas son de diferentes texturas, rigidez y tamaños.
Zaira Casas García, preparadora de fósiles del Museo del Desierto
En el laboratorio se encarga de realizar la preparación y limpieza, armar y restaurar cada una de las piezas que llegan de campo para que después pase a manos de los paleontólogos y después pueda entrar a investigación. Si se tratan de lajas el proceso de preparación puede tardar entre 3 y 6 meses cada una de ellas; si es de una pieza de dinosaurio, pueden ser entre 2 a 3 meses. Actualmente en el Museo del Desierto cuentan con 6 mil ejemplares entre vertebrados e invertebrados.
Fernando Toledo, responsable de Fauna del Museo del Desierto
En el Museo tienen cerca de 50 especies diferentes —con 413 ejemplares— especialmente de la región Desierto Chihuahuense con distribución actual o distribución histórica. De los animales que más tienen, son: más de 35 especies diferentes de reptiles, mamíferos y aves.
Un paseo por el museo
> 17 años tiene el Museo del Desierto, único en México.
> Fue inaugurado el 25 de noviembre de 1999.
> 10 años tiene de creado el Museo Viviente.
> Aquí se exhiben borregos cimarrones, lobos mexicanos, osos negros, entre otras especies.
> Ha recibido apoyos del Fondo Mundial para la Naturaleza, la fundación Carlos Slim, Consejo Nacional de Ciencias y Tecnología (Conacyt), Comisión Nacional de las Zonas Áridas (Conaza), entre otras.
> En el Museo laboran 67 personas.
> Cuenta con 8 investigadores.
> Ha generado entre 20 y 25 artículos científicos por año.
> A 40 millones asciende su presupuesto.
> La Sedu aporta 9 millones como colaboración.
> Auditores externos revisan constantemente las finanzas.