Obispo de Saltillo llama a renovar la fe, la solidaridad y la paz en mensaje de Navidad
En su mensaje de Navidad, monseñor Hilario González llamó a rechazar el egoísmo y el rencor, y a vivir conforme a los valores de justicia, amor y lealtad que propone el Evangelio
En su mensaje con motivo de la Navidad, monseñor Hilario González exhortó a las familias y a la comunidad a vivir este tiempo litúrgico como una oportunidad para fortalecer los lazos humanos, rechazar el egoísmo y convertirse en portadores de la luz de Cristo.
Con motivo de la celebración de la Navidad, el obispo de Saltillo, Hilario González, dirigió un mensaje a la comunidad en el que destacó el sentido profundo de esta festividad: el misterio de un Dios que asume la condición humana para compartir su divinidad y ofrecer salvación.
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El prelado subrayó que el nacimiento de Jesús debe renovar los corazones y fortalecer la benevolencia tanto en los hogares como en la vida comunitaria. Señaló que la alegría de recibir al Salvador representa una oportunidad para restaurar los lazos de amistad, solidaridad y colaboración en la sociedad.
“Si Dios se ha abajado para estar con nosotros, entonces nosotros estamos llamados a elevarnos al misterio de la divinidad”, expresó, al invitar a los fieles a reflexionar sobre las consecuencias del misterio del Dios hecho hombre y a vivir conforme a la vida divina que Él mismo comparte.
Al referirse a los textos litúrgicos propios de la Navidad, monseñor González destacó que la carta a los Hebreos presenta a Jesús como la imagen fiel del ser de Dios, cuya ternura se manifiesta en un rostro humano. Asimismo, recordó que el Dios creador, que sostiene todo cuanto existe, se entrega a la humanidad en la figura de un niño digno de adoración, que busca hablar directamente al corazón.
El obispo exhortó a hacer vida el mensaje del Salmo proclamado en este día —“toda la Tierra ha visto al Salvador”— no sólo con palabras, sino mediante acciones concretas que reflejen un nuevo canto de humanidad. En ese sentido, llamó a desterrar actitudes como la soberbia, el egoísmo, la envidia y el rencor, y a vivir conforme a la justicia, el amor y la lealtad que Dios ha dado a conocer.
Finalmente, al retomar el prólogo del Evangelio de san Juan, resaltó que los creyentes han recibido el don de la filiación divina y, como hijos de Dios, están llamados a ser portadores del Evangelio y testigos de la luz de Cristo. “Es nuestra tarea hacer que esta salvación sea vista y acogida por todo el mundo”, concluyó, deseando bendiciones para todas las personas durante este tiempo litúrgico de Navidad.