Saltillo y el concierto de Soda Stereo en 1988... que nunca se realizó
En 1988 Soda Stereo ilusionó a los saltillenses seguidores de su música. Héctor Zárate fue uno de ellos.
Pósters que circularon aquel año por la ciudad , anunciaron que la cita sería el domingo 16 de octubre a las 16:30 horas, en el Centro de Convenciones ubicado en la salida a Arteaga.
Se trataba de la que hoy es considerada por la crítica como una de las bandas de rock en español más influyentes. Para Héctor, una de sus bandas favoritas desde que descubrió su música a los 12 años.
Por eso no lo pensó dos veces. Cuando vio el póster pegado en la esquina de las calles Xicoténcatl y Juan Aldama, se lo llevó a su casa. Sería la forma de mostrarle a su papá el deseo por asistir al evento. Pero el objetivo no se logró.
Los argumentos no fueron suficientes para convencer a su papá. Que si el evento sería durante la tarde, que si él podía llevarlo y recogerlo... bueno, por más que Héctor le rogó al punto de casi tener que llorar y patalear en el suelo, el “NO”, fue definitivo.
“Nah, estás loco. Qué te pasa, esas cosas son para gente loca y tú eres un buen muchacho”. Es lo que Héctor recuerda que su papá le comentó al respecto.
Aunque para muchos pudiera parecer que Jacinto Zárate es el villano de esta historia, Héctor reconoce que ahora, con 46 años y siendo papá, logra entender un poco más al suyo, ya fallecido.
“Creo que mi papá lo decía más bien como que no era una prioridad, no éramos sobrados económicamente. Y cuando le decía que me gustaba el rock, él me pedía que escuchara otra cosa”, narró quien actualmente se desempeña como músico.
Después de aquella conversación y de algunas cuantas peticiones más por el permiso, el tema no se volvió a tocar.
Aunque para Héctor representó una frustración no acudir a la tocada, tampoco fue que eso lo llevara a la depresión.
Lo innegable es que cada que ponía un cassette de la banda argentina, reaparecía el reproche por no haber ido al evento, en el que se presentaron los creadores de piezas musicales icono como: “De música ligera”, “Persiana americana” o “Cuando pase el temblor” .
De las favoritas de Héctor: “La ciudad de la furia”, “Remolinos”, “Té para tres”, “Sin sobre saltos” y “Corazón delator”.
¡Nunca hubo tal concierto!
La escena del cassette y el reproche se repitió durante cinco años. Hasta que Héctor, ya con 17 años, tuvo una reveladora conversación con su amigo César Salas “El Dedotes”, a quien conoció en la Escuela Superior de Música, cuando ésta se ubicaba frente a la Alameda Zaragoza.
Como contexto clave, ambos eran fanáticos de Soda Stereo y de la música a cargo de Gustavo Cerati (voz y guitarra), Héctor Bosio (bajo), Carlos Alberto Ficicchia (batería) y Cerati.
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-Héctor: ¿Los viste cuando vinieron a Saltillo?
-César: “Wey, no vinieron. Estábamos enojados, haciendo fila. Ni nos avisaron que no venían”.
-Héctor: “Ah, qué mal rollo”.
La sencilla plática fue para Héctor algo trascendente. Lo que hasta ese día era frustración pasó a ser consuelo.
Camino a su casa, Héctor pensó: “Si no los vi yo, no los vio nadie aquí en Saltillo. Qué bueno que no se hizo”.
“Era una cosa que yo lamentaba muchísimo. Me dio como cierta paz espiritual”, contó Héctor entre risas recordando sus pensamientos.
Pero, ¿qué había pasado con aquel concierto de 1988?
Amigos y conocidos de Héctor, quienes obtuvieron su boleto y sí acudieron a la cita, se toparon con que la tocada había sido cancelada.
Aparentemente porque no se vendieron las entradas que se esperaban, aunque también hubo quienes comentaron que en la taquilla les dijeron que el equipo de música se había incendiado.
En fin, las versiones fueron muchas, pero el hecho solo uno: el concierto había sido cancelado.
El póster, una reliquia
Para esta parte hay que retroceder un poco en la historia de Héctor. Tras el “agüite”, como él le dice, por no poder ir al concierto, el póster quedó arrumbado en su casa. Hasta que en algún momento, su amigo César Castro lo encontró. Él también era un apasionado por la música, incluso juntos planearon formar un grupo de rock.
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En alguna de aquellas visitas, Héctor le regaló el póster de la Gira Pepsi a su amigo. No volvió a saber más de aquel papel, en el que se anunció que los boletos para Soda Stereo se vendían en Farmacia homeopática “San Rafael”, ABC Papelería y Restaurante “El Chamuco”.
En 2020 César falleció y su ex pareja contactó a Héctor para contarle de un hallazgo. Se trataba de una caja llena de recuerdos de los dos amigos.
“Sabía que era acumulador, pero no sabía qué tanto. Guardó un montón de cosas, entre ellas el póster”, narró Héctor, quien recibió dicha caja en febrero de 2022.
Actualmente, para Héctor ese póster es una reliquia, aunque sigue sin tener apego hacia él. Explica que próximamente será enviado a Monterrey, donde lo espera con ansias un buen amigo suyo, “El Matón”.
Luego de que Héctor encontró el póster, lo publicó en sus redes sociales como evidencia de que un día Soda Stereo sí planeó venir a Saltillo.
Su amigo observó la imagen y le pidió vendérselo, pero Héctor se lo regaló, sabiendo que él, como diseñador y artista, sabrá darle el valor que merece.
“Sé que él lo va a cuidar y hasta enmarcar, te lo aseguro”, platicó el oriundo de Tuxpan, Oaxaca, pero adoptado por Saltillo desde hace 40 años.
Por fin, ¡sueño cumplido!
Pasaron ocho años desde aquella decepción de 1988, hasta que Héctor pudo acudir a un concierto de Soda Stereo. Fue en Monterrey, durante la gira “El Sueño Stereo”. Años después volvió a verlos en “El Último Concierto”.
Hasta este día, Héctor recuerda con cariño a aquella banda que lo acompañó durante su juventud. Aunque fue hasta el 4 de septiembre de 2014, cuando murió Gustavo Cerati, que dimensionó la relevancia de Soda Stereo en su vida.
Al enterarse de la noticia, sintió una profunda tristeza, y lloró. “¿Qué me está pasando? Ni lo conocí al vato”, pensó Héctor, quien en ese momento tuvo la sensación como si se hubiera muerto un gran amigo de la secundaria.
Hoy Héctor reflexiona: “Siempre fue parte importante del soundtrack de mi vida. Me acompañó en momentos gloriosos y “terribles” de mi juventud temprana”.
En retrospectiva, el Héctor del 2022 no dista mucho del de 1988: rockero, amante de la música, fiel a Soda Stereo, desapegado a las cosas, pero sí un conservador de esas anécdotas, recuerdos y personas que le arrebatan carcajadas, como todas las que lo delataron mientras nos contó su historia.
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