Fernando Soler, el saltillense que actuó con Pedro Infante y María Félix
Si hubo un actor saltillense que se codeó con las grandes figuras del cine de oro mexicano, ese fue Fernando Díaz Pavia. Quizá te suene más por su nombre artístico y el teatro en Saltillo que lleva su nombre: Fernando Soler.
Trabajó junto a estrellas de la talla de Pedro Infante, María Félix y Sara García, entre otros personajes icónicos de la Época del Cine Mexicano, periodo que se considera a partir de 1930 y hasta cerca de 1950.
Como actor, Soler realizó más de 100 películas. Aunque también se consolidó como productor con rodajes como “Pobre diablo” (1940) y como director logró 22 filmes, entre ellas “Con su amable permiso” (1940).
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No es de sorprender que Soler se decidiera por la carrera de la actuación, cuando se sabe que sus padres, ambos de origen español, eran actores de teatro: Domingo Díaz García e Irene Pavia Ortiz.
De hecho, cinco de los 10 hijos que tuvo el matrimonio se dedicaron a las artes escénicas: Mercedes, Andrés, Julián, Domingo y Fernando. Irene, Gloria y Elvira optaron por otro camino, mientras que dos más murieron de pequeños.
Sobre Fernando, nació en la capital coahuilense el 24 de mayo de 1896. Su desarrollo artístico comenzó en Los Ángeles, California, cuando formó parte del Cuarteto Infantil Soler, junto a sus hermanos.
Durante 1923 formó su propia compañía teatral en La Habana, Cuba. Once años después, en 1934, debutó en el cine mexicano con el papel estelar de la película “Chucho El Roto”, a cargo de Gabriel Soria.
En dicho filme, Soler encarnó a un humilde ebanista que se convierte en un famoso bandido tras pasar por la cárcel.
Entre los grandes de México
Fue el talento y prestigio que constituyó Soler lo que lo llevó a posicionarse en las altas categorías del cine mexicano. Entre sus actuaciones más destacadas se encuentra la que realizó en la película “La oveja negra” (1949), protagonizada por “El Inmortal” Pedro Infante.
En dicha trama, un padre déspota (Fernando Soler), se gana el desprecio de su hijo (Pedro Infante) y provoca la muerte de su esposa.
Otra de las colaboraciones que tuvo con una estrella mexicana fue junto a “La Doña” María Félix. El drama romántico titulado “La mujer sin alma” (1944) fue protagonizado por María y Fernando.
Sobre la historia, una joven de clase media decide salir de la pobreza a base de su belleza y con ello toma víctimas para alcanzar su ambición.
“Cuando los hijos se van” (1941), fue otra película mexicana que le permitió a Soler actuar con una gran famosa de México: Sara García.
La última película de Fernando fue “El gran perro muerto” (1978), que trata sobre un gran lío que se provoca en un pueblo tras el atropellamiento de un perro al que nadie quiere levantar.
Se abre un telón y se cierra otro
Fernando Soler murió en la Ciudad de México el 25 de octubre de 1979. Pero siete meses antes de su fallecimiento, el 26 de marzo de 1979 en Saltillo se le rindió homenaje con la inauguración de un teatro al que se le puso su nombre: Teatro de la Ciudad Fernando Soler.
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Una invitación al evento de apertura, resguardada en el Archivo Municipal de Saltillo, indica que se contó con la presencia del entonces presidente de México, José López Portillo.
El teatro, ubicado en la esquina de la calle Xicoténcatl y bulevar Francsico Coss, se construyó sobre un terreno de 7 mil 200 metros cuadrados, que anteriormente pertenecían a la antigua estación de ferrocarriles.
El proyecto inicial fue diseñado por el arquitecto Donato Gutiérrez, pero fue modificado y construido por el también arquitecto Francisco Flores Flores.
Como resultado final se tuvo un edificio de cantera rosa, con una sala de mil 154 asientos. El estilo de la construcción es neoclásico, con una fachada sostenida con seis columnas jónicas y dedicada a Ceres, diosa latina de la agricultura.
En el interior se cuenta con murales dedicados a musas griegas, pintados por el saltillense Pablo Valero Herrera. Además de una pintura en óleo dedicada a Fernando Soler, misma que tiene la autoría del español Julio Martín.
Hoy Fernando Soler ya no conquista los escenarios ni los sets con sus actuaciones, pero su legado le valió para que todo un teatro lleve su nombre. A 43 años de su inauguración, este recinto sigue como sede de grandes eventos, obras de teatro, stand ups, recitales y más.
*Con información de Arturo Berrueto, Carlos Recio, Archivo Municipal de Saltillo y Gobierno del Estado.
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