A 6 años de masacre en Torreón, la Quinta Inn sigue abandonada

Torreón
/ 19 julio 2016

La quinta Italia Inn en Torreón, donde hace seis años supuestos internos del penal de Gómez Palacio, Durango, balacearon el lugar matando a 17 personas, luce abandonada. Los orificios de las balas persisten en la fachada, en el portón, en la puerta

La quinta Italia Inn en Torreón, donde hace seis años supuestos internos del penal de Gómez Palacio, Durango, balacearon el lugar matando a 17 personas, luce abandonada. Los orificios de las balas persisten en la fachada, en el portón, en la puerta. 

El inmueble está tatuado de grafiti. El blanco de sus paredes luce cenizo, aterrado. Los arbustos siguen creciendo anárquicamente. En la parte de arriba, aún se ven los vidrios destrozados. Por dentro se alcanza a ver lo mismo, plantas que crecieron sin rumbo, papeles tirados. “Desde aquella masacre ya nadie vino”, cuenta un vecino del lugar, en el ejido San Luis.

La masacre de la quinta Italia Inn fue la de mayor número de víctimas fatales en la historia reciente de Torreón. 247 víctimas de homicidio doloso ocurrieron ese 2010 en Torreón, según cifras de la Procuraduría de Justicia de Coahuila. Previo a la masacre de la quinta Italia Inn, ocurrieron la de Las Juanas VIP (8 muertos) y la del Ferrie (10 muertos) el 14 de mayo y la madrugada del primero de febrero, respectivamente.

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La de la quinta Italia Inn fue en la madrugada del 18 de julio, hace seis años. Una fiesta amenizada por un grupo. “Estaba dormido cuando tas tas tas. Los disparos. La descarga”, recuerda un hombre que vive cerca de la quinta, pero que prefiere omitir su nombre porque “no vaya a ser que pase algo otra vez”, dice con miedo.

“La gente empezó a salir corriendo. Era un caos. La policía tardó como 40 minutos en llegar. La gente pidiendo auxilio, ayuda. Nosotros nos encerramos en los baños”, recuerda el mismo hombre.

-¿Qué hizo la autoridad?
-Lo mismo que hacen siempre. Nomás acordonaron.

Los vecinos cuentan que en ocasiones se mira a gente llegar al lugar. Bajarse de los coches, asomarse, estarse un rato, algunos preguntan cómo estuvo. Los vecinos creen que mucha de esa gente son familiares de las personas que fallecieron. 

“Es una desesperación muy grande. Una masacre de ese tipo, escuchar la ansiedad y desesperación de la gente caída, que no se lo deseo a nadie”, relata otro vecino del ejido. 

Una mujer que vive a la vuelta de la quinta, relata que la gente estaba en pánico. “Pensé que tiraban para acá y me había metido a bañar. Qué es, qué es, preguntaba. Fue una cosa muy fea”. 

Los vecinos del lugar siguen señalando los orificios de las decenas de balas que cruzaron de fuera hacia dentro. No parece haber intención de pintar, de tumbar, de vender, de limpiar. Como si quisieran que siguiera así: derruido y con la huella de la masacre acumulándose de polvo.

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