Una noche despiadadamente bella para el amor con Mijares en Saltillo
Las canciones más bellas tienen una fibra de dolor. Un corazón endemoniado, despiadado, transparentemente bello. Como la noche en voz de Mijares, acompañado de cuerdas, alientos y percusiones de la Orquesta Filarmónica del Desierto.
Fue una noche para el amor, y como toda buena historia de amor, el dolor anidó, aunque mejor dicho: floreció, el Auditorio del Parque Las Maravillas en Saltillo se convirtió en un jardín de flores nocturnas que sufrían y gozaban la canción “Si me tenías”.
Pero Mijares, como artista que conoce el oficio y su público, arrancó con piezas como “Si me enamoro”, “No se murió el amor”, “Corazón salvaje”, y los saltillenses se entregaron con gritos, aplausos, ovaciones de pie.
La noche avanzó pero en la magia de la música, los minutos cristalizaron en un popurrí con “Poco a poco”, “Tan solo, tan solo”, “Me acordaré de ti”, “Siempre” y “Que nada nos separe”, y fue con esta canción cuando el hechizo se hizo evidente, que los soldados del amor sienten ese calorcito del ser querido cuando se va el sol, incluso en una noche fresca y húmeda.
Entonces siguió un pasito de baile coqueto, una travesura como “Baño de mujeres” para después continuar con un solo de saxofón que fue como una caricia para el público.
A esas alturas de la noche, solo faltaba volar y no había mayor embriaguez que entregarse a la música, guiados por la voz de Mijares: “Para vivir”, “Ojalá”, una pieza del cubano Silvio Rodríguez, “Si me tenías”, “Soldado del amor”, “Bella” y “El breve espacio”.
Los aplausos y ovaciones confirmaron que las canciones están vivas y alimentaban el latido del público. El cantante agradeció y presentó a su grupo de músicos, desde el guitarrista, percusionista, saxofonista, pianista, hasta la Orquesta Filarmónica del Desierto.
El cierre del concierto fueron tres canciones que activaron un resorte en los saltillenses, que se pusieron de pie y las corearon: “Para amarnos más”, “El privilegio de amar” y “Mujeres”, con Arjona en una pantalla.
Hay un lugar en el corazón, un lugar para el amor, dice “El rey de la noche”, y en Saltillo las almas saltillenses reencontraron las estrellas y el dulce dolor y gozo de vivir enamorados.