Y a ti, ¿en qué época de Saltillo te hubiera gustado vivir?
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En un ejercicio realizado en nuestras redes sociales, los saltillenses compartieron sus anhelos y añoranzas, revelando una diversidad de preferencias que pintan la ciudad como un lienzo de memorias entrelazadas
En una travesía nostálgica por los recuerdos de Saltillo, nuestros lectores se sumergieron en el tiempo para elegir la época que consideran su ideal para desear vivir en ella.
En un ejercicio realizado en nuestras redes sociales, los saltillenses compartieron sus anhelos y añoranzas, revelando una diversidad de preferencias que pintan la ciudad como un lienzo de memorias entrelazadas.
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Nuestra pregunta fue Si pudieras viajar en el tiempo, ¿en qué década de Saltillo te gustaría vivir?, y estas fueron algunas de las respuestas. Si deseas conocer el total, puedes visitar nuestra página de Facebook.
Dona Wiseman, fiel a la actualidad, celebra la vida contemporánea que Saltillo le ofrece, reconociendo las pérdidas, pero abrazando con gratitud lo que la ciudad le brinda día a día. Diego López se sumerge en las raíces de Saltillo, eligiendo el cambio de siglo como su escenario ideal, mientras que Jorsh Sarmiento añora la tranquilidad de los años 80, cuando las calles eran más apacibles.
LOS 80, FAVORITOS
Las décadas de los 80 también resonaron en las respuestas de Jorge Torres Carreón, Carlos Trujillo García, Oly Guerra Fuentes y Roberto Aguilar. El transporte público económico y la tranquilidad nocturna son estampas que pintan un Saltillo añorado por muchos, como nos dijo Pascual Escandón, quien desearía estar en los 80, para “volver a las discotecas en el centro, al olor a café recién molido en Pérez Treviño; las miles de revistas. Llegar en tren a la ciudad cargado de productos del campo. Subir las escalinatas de Santa Anita. Comer lo que preparaba con gran sazón mi papá”.
Sin embargo, la diversidad de opiniones se extiende por décadas y siglos. Édgar Omar Puentes viajaría al siglo XIX, sumergiéndose en la Guerra de Reforma y el Imperio de Maximiliano. Mario Alberto García mira hacia el presente con gratitud, reconociendo que los tiempos actuales son el resultado de la grandeza de generaciones pasadas: “Los tiempos nuevos que vive Saltillo, es producto de la grandeza de nuestros padres y abuelos. Los tiempos que vivieron ellos son hermosos y toca a cada uno de nosotros hacerlos más hermosos. La vida se vive diariamente, en cada segundo, en cada minuto a plenitud y hoy Saltillo aunque distinto, conserva el valor y la franqueza de sus habitantes”, dijo.
Miguel Lozano revive los años 70, su época de “estudihambre y rutas urbanas de 20 centavos”, recordando un Saltillo que cesaba su actividad a las 20:00 horas. Cony Lara añora los años 70, destacando la tranquilidad y el clima ideal de aquel entonces.
El toque elegante de los 50 resuena en la preferencia de Roberto De Luna, llamándola la “Bella época”. Jersés Vargas Jiménez, lamentablemente, marca el cambio en la funcionalidad antes de los secuestros, mientras que José Vicente Rodríguez evoca un Saltillo lleno de huertas y arroyos de agua cristalina en los 70.
Chivis Hernández se transporta a los 50 por la moda exquisita, mientras que Juan Torres extraña la unidad y el respeto a la familia de los 80. Leandro Teodomiro anhela la época en que Saltillo era la Atenas de México, sin tanta contaminación ni tráfico.
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Por su parte, Artemio Velasco Morales quisiera viajar pero al futuro: “Al 2500, haber si ya acabaron las siguientes generaciones de pagar la Megadeuda de Coahuila por los Moreira”.
El contraste de opiniones refleja una ciudad que ha vivido diversas transformaciones a lo largo de los años. Desde la tranquilidad de antaño hasta la modernidad de hoy, Saltillo se presenta como un caleidoscopio temporal donde cada época tiene su encanto y sus desafíos.
En el vaivén de las preferencias, surge una verdad inmutable: Saltillo es el producto de sus habitantes, de sus padres y abuelos que construyeron una ciudad llena de valor y franqueza.
En cada respuesta late el corazón de una comunidad que vive, recuerda y sueña, trazando su identidad en las páginas del tiempo.