El Señor de la Capilla

Opinión
/ 2 octubre 2015
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La crónica pasó a ser leyenda. Ahora, la imagen de nuestro Cristo es un misterio. Siempre se creyó de origen europeo y resulta que no es tal. Su procedencia es mexicana. Así lo afirmó el restaurador que en 2004 trabajó la venerada imagen. Después de análisis y estudios, descubrió que el material con el que fue modelada la figura es pasta de maíz. Una finísima y ligera masa derivada del principal alimento de los indígenas mexicanos y cuya fabricación permaneció en secreto, utilizada sólo por las manos oscuras y hábiles de sus artesanos.

La leyenda popular cuenta que un día 6 de agosto del año de 1608, ante el asombro de los vecinos entró por las callejuelas de la villa una mula solitaria, sin dueño ni guía, cargando en su lomo un enorme cajón de madera y se dirigió a la plaza principal, se paró enfrente de la entonces humilde iglesia parroquial, se echó al suelo y no hubo quien la hiciera levantarse. En el interior de la caja venía la bella imagen del Cristo Crucificado que tantos milagros y beneficios ha traído a los creyentes de toda la región. La tradición, basada en viejas crónicas nunca comprobadas, narraba que la imagen fue traída por Santos Rojo, comerciante español y uno de los primeros pobladores de la villa del Saltillo, quien hizo un viaje a la feria de Xalapa, realizada por la llegada a Veracruz de las flotas españolas cargadas de mercaderías procedentes de la Península Ibérica, para adquirir allá "efectos de Castilla", es decir mercancías para su negocio y labranza. Dichas crónicas dicen que allí adquirió la imagen, una entre las muchas otras que mandara hacer el monarca español para ser distribuidas en las iglesias del Nuevo Mundo.

En la introducción de la Novena al Santo Cristo de la Capilla del año de 1794, la impresión más vieja que se conoce, se lee que la imagen la trajo Santos Rojo y que la puso en el altar de una pequeña capilla llamada De las Animas que él mismo había construido al lado "del Evangelio", el lado norte de la entonces iglesia parroquial, antes de la construcción de la que hoy es Catedral de Santiago. Esta afirmación seguramente viene de la "Historia de la Villa del Saltillo", la más antigua crónica que se conoce, escrita dos años antes, en 1792, por el bachiller Pedro Fuentes, cura párroco de la iglesia y considerado el primer cronista de Saltillo. El bachiller Fuentes afirma que la imagen de inmediato comenzó a atraerse las voluntades de todos "por su particular belleza, de lo que y por sus favores, enamorándose los fieles de Él cada día más y más, para distinguirlo de otras imágenes del mismo Señor que había en la iglesia, aunque no de tan particular hermosura, comenzaron a llamarlo el Señor de la Capilla, nombre muy agradable a este Señor, como lo manifiestan sus muchos prodigios...".

De sus milagros, concedidos por igual a pobres y ricos da cuenta el bachiller Fuentes. Lo mismo libró de la muerte a un peón que cayó de la torre, que a un mozo de buenas familias que cayó de una casa. Igual salvó los trigos de las plagas y las heladas, que aumentó milagrosamente media fanega de cal o dio salud a un pastor, habla a un mudo y copiosa lluvia en una gran seca.

Y es el mismo padre Fuentes, con términos propios de su siglo, el 18, quien hace una bellísima descripción de la venerada imagen: "...Fue guiado o asistido el artífice con influjos particulares del cielo, según se advierte, acabada y proporcionada [la figura] en todos sus tamaños, miembros, facciones y color; porque éste ni es blanco, ni es oscuro, sino medio entre estos dos extremos, tan hermoso y peregrino que no hay a qué semejarlo; porque Dios, con propiedad hablando, sólo es semejante a sí mismo".
edsota@yahoo.com.mx

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