El Tri, su tope y el desengaño
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La Selección Mexicana cambia apellidos, pero sigue manifestando los mismos síntomas de equipo mediano. El despegue generacional nunca llega y los mensajes claros de evolución en la arena internacional, tampoco.
Se cree que con Osorio hubo algunos cambios a favor, pero el tope continúa siendo el mismo. Los dos partidos más significativos de su ciclo se tradujeron en dos palizas significativas.
El 0-7 ante Chile en la Copa América y el 1-4 frente a Alemania en la Confederaciones no son sólo resultados históricos por el volumen de goles aceptados, sino también por forma y fondo.
Esto se explica que a cambio de acercarse más al salto futbolístico y a las aspiraciones eternamente deseadas, México parece distanciarse de los propósitos de crecimiento. No es cuestión de metodologías, sino de un contexto dominado por falsas expectativas.
El Tri, siempre mejor vendido desde lo mediático que desde una realidad convincente, tiene calidad limitada, pero no extraordinaria. Quizás por aquí debería comenzar el desengaño para no esperar más de un equipo de lo que en su longitud puede ofrecer.
Sin ese plus individual que ayude y respalde la ilusión, lo único que le queda a México es progresar en la fachada colectiva. Sin embargo, en este punto sigue estacionado. Cambian entrenadores, pero no así las respuestas. Los proyectos se reemplazan, pero no el contenido.
Para los técnicos es difícil encontrar soluciones para los problemas de siempre. No toda la culpa es de Osorio. El colombiano trae tatuada una filosofía que busca inculcar en una corriente de jugadores más globalizados y que se supone deberían aceptar con más naturalidad la idea.
Pero quizás la cuestión no sea de principios, sino de alcance. Futbolísticamente el Tri tiene un tope y le falta roce. Esa es la diferencia que se nota cuando enfrenta a selecciones trabajadas y consolidadas.
Ser amo de la Concacaf no le autoriza a México a creerse poderoso, sino más bien lo confunde. De poco le sirven los amistosos en Estados Unidos frente a rivales extraños donde sólo se alimenta lo económico y las estadísticas.
Al Tri le falta ser más competente, la principal razón que lo ha orillado a sucumbir frente a proyectos más estabilizados y aprovechados como Chile o Alemania, dos referencias para imitar.
Con ganar una Copa Oro o clasificar cómodamente al Mundial no alcanza. La Selección Mexicana necesita salir de la zona de confort para ganar bravura y fortalecer su hambre. Cuando menos, así evitaría papelones y esa sensación de equipo chico en instancias decisivas de justas importantes.