Luka Modric, de ser hijo de la guerra a ser el padre del fútbol

Fútbol Internacional
/ 25 septiembre 2018

El Mundial de Rusia se presentaba casi como la última oportunidad de Modric con Croacia y no lo desaprovechó. Capitaneó a los arlequinados hasta la final, en la que cayeron por 4-2 con Francia.

La guerra me hizo más fuerte. Fueron momentos durísimos para mí y para mi familia. No quiero arrastrar ese tema para siempre, pero tampoco me quiero olvidar de ello"...

Una sonrisa de oreja a oreja y entre sus manos, plateado y brillante, el premio The Best. Las vueltas que da la vida, debieron pensar muchos cuando Luka Modric subió el lunes por la noche a un escenario de Londres para recoger el premio al mejor futbolista del mundo.

Los flashes y las luces inundaron el Royal Festival Hall con Modric como principal reclamo. Ahí estaba el croata de 33 años, un hombre poco acostumbrado a ser el centro de atención. De pequeño, lo suyo no era reclamar, sino huir.

Huir de las bombas y los disparos en la Guerra de los Balcanes, el origen del que es hoy, al menos oficialmente, el mejor futbolista del planeta.

Nacido en Zadar el 9 de septiembre de 1985, el centrocampista del Real Madrid pasó sus primeros años en las laderas del Velebit, la mayor cordillera de Croacia. Una vida de granja, sopas y manos tendidas hacia la chimenea para mitigar las agresiones del crudo invierno.

La Guerra llegó en 1991 y le golpeó duramente. Su abuelo, que también se llamaba Luka, fue asesinado y los Modric tuvieron que huir. Encontraron techo en en el viejo Hotel Kolovare, un recinto con 191 habitaciones ubicado que se utilizó como alojamiento para los supervivientes. El hambre y la guerra le marcaron a fuego.

"La guerra me hizo más fuerte. Fueron momentos durísimos para mí y para mi familia. No quiero arrastrar ese tema para siempre, pero tampoco me quiero olvidar de ello. Ahora tengo la sensación de que estoy listo para cualquier cosa", resumiría en una entrevista.

Acabada la Guerra, los Modric se quedaron en Zadar y ahí comenzó la carrera del futbolista. Primero en una academia local y con 16 años en el Dínamo de Zagreb.

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Su buen toque de balón traspasó las fronteras y varios clubes se interesaron en él. Fue el Tottenham el que lo fichó en 2008 y a su llegada a la Premier League ya se le empezó a llamar el "Cruyff de los Balcanes": y es que el croata tiene un parecido razonable tanto físico como futbolístico con el genio holandés.

En Inglaterra creció, pero tuvo que fichar en 2012 por el Real Madrid para finalmente explotar como futbolista. Desde su llegada, el club blanco ha ganado cuatro Ligas de Campeones con él manejando la brújula en el medio del campo. Pero le faltaba algo: un éxito con su selección.

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El Mundial de Rusia se presentaba casi como su última oportunidad con Croacia y no lo desaprovechó. Capitaneó a los arlequinados hasta la final, en la que cayeron por 4-2 con Francia. Sin embargo, los futbolistas croatas fueron recibidos como héroes en Zagreb y Modric, distinguido como el mejor futbolista del torneo.

Muchos analistas coincidieron en calificar el Mundial de Rusia como aburrido, con muchos goles a balón parado, mucha táctica y poco fútbol de toque. Modric fue la excepción.

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En un deporte donde los profesionales son cada vez más grandes, más altos y más fuertes, Modric domina el juego como nadie con apenas 172 centímetros y 65 kilogramos. Talento, manejo de la pelota, sentido táctico, esfuerzo y carácter ganador. Todo eso, y en ingentes cantidades, es lo que distingue a Modric.

"No hace falta ser corpulento para jugar al fútbol", se reivindicó durante el Mundial el futbolista que fue expulsado de un club cuando era un niño por su estatura. "Nunca dudé de mí mismo. Eso no fue una barrera, sino una motivación extra. Tuve un camino difícil en la vida, pero lo importante es no ceder. Hubo obstáculos, altibajos, pero siempre tienes que creer en ti mismo. Uno tiene que luchar contra los problemas para llegar al éxito y alcanzar los sueños”.

Sin pendientes ni tatuajes, Modric no se jacta de llevar una vida de lujo. En su Instagram no hay vacaciones en paraísos ni barcos ni relojes ni coches de lujo. Se le ve a él entrenando, jugando y pasando tiempo con su mujer y sus tres hijos.

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No obstante, y como ocurre con cada héroe, Modric también tiene una cara oscura. El futbolista lleva tiempo involucrado en una trama judicial en su país en la que está acusado de falso testimonio (podría ser condenado hasta a seis años de prisión) y en España llegó recientemente a un acuerdo con la Fiscalía tras haber defraudado casi un millón de euros a Hacienda.

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