¿Cómo prevenir y gestionar el efecto látigo?

Dinero
/ 29 octubre 2019

    Todas las empresas dedicadas a la venta de productos se ven en la necesidad de adaptar su stock (cantidad de productos disponibles) a la demanda de los clientes. La demanda rara vez se mantiene estable. Las empresas se encuentran con el problema de estimar la demanda para aprovisionar su inventario de la forma más precisa posible. Para realizar esta estimación, suelen emplearse las estadísticas, que tampoco suelen ser 100 por ciento exactas. Con el fin de contrarrestar los errores en la estimación, para las empresas se hace necesario contar con lo que se llama el «stock de seguridad».

    Esto desencadena una tendencia de cambios cada vez más grandes en el inventario para responder a los cambios en la demanda del cliente. Este fenómeno se conoce como efecto látigo o bullwhip (látigo para el ganado en inglés), afirma Juan Martín, jefe de Estudios de Cerem International Business School.

    El esquema que sigue el efecto látigo es el siguiente: la tienda minorista identifica un crecimiento en la demanda de un producto. Según su previsión, necesita un stock de seguridad para cubrirla. Por lo que a su vez aumentará su demanda hacia su mayorista; el cual también comprará un stock de seguridad del fabricante del producto para cubrir sus propias previsiones. A su vez, el fabricante solicitará más stock a sus proveedores de materias primas para responder a la demanda de su cliente mayorista.

    El fenómeno acarrea un problema principal para las empresas. El efecto comienza con la demanda del consumidor final. Conforme se avanza hacia atrás en la cadena de suministro, va aumentando el stock de seguridad necesario y disminuyendo la precisión para estimar la demanda. A medida que más intermediarios formen parte de la cadena, más difícil será predecir la demanda.

    Una ineficiente estimación de la demanda junto a la demora por tratar de acumular más mercancía puede conllevar a dar un mal servicio al cliente. De esta manera, al final las empresas terminarían incluso perdiendo ventas.

    Por otro lado, la mala previsión de la demanda puede dar lugar a contratos y despidos repetitivos de los empleados. Estas consecuencias sociales provocan un gran daño a la imagen pública de la compañía.

    Algunas grandes compañías están haciendo uso del método llamado demanda-conducida para evitar el efecto látigo. Mediante este sistema la tienda o punto de venta emite datos sobre las compras varias veces al día hacia el almacén de distribución. A su vez, esta información también llega hasta el proveedor. De esta manera, toda la información recopilada se usará en los envíos de mercancía de unos niveles a otros hasta llegar a la tienda. Así se consigue que todos los pedidos coincidan con la demanda de forma casi exacta.

    Con la expansión del comercio electrónico muchos fabricantes han optado por vender en línea directamente al consumidor final, eliminando a los otros intermediarios de la cadena de suministro.

    En conclusión, las empresas deben ser conservadoras a las horas de realizar sus inversiones en stock. No se debe abusar de una estrategia de precios agresiva. Entre las tiendas minoristas y los fabricantes y proveedores la cooperación e intercambio de información ha de ser constante.

    Jefe de Estudios de Cerem International Business School

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