Cunha: el poderoso evangélico que forjó la probable caída de Rousseff
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Cunha cavó su fosa poniendo en práctica lo peor de la política: el uso de sus prerrogativas como legislador y presidente de Diputados, para ejercer el poder en beneficio propio y perjudicar enemigos.
El presidente de la Cámara de Diputados de Brasil, Eduardo Cunha, suspendido hoy de su cargo por un juez de la Corte Suprema, fue la gran piedra en el zapato en el convulsionado segundo Gobierno de Dilma Rousseff y uno de los artífices de su inminente y probable suspensión como jefa de Estado.
Fue el 1 de febrero de 2015, un mes después de que Rousseff asumiera su segundo mandato, que Cunha alcanzó el más alto cargo de su carrera: la presidencia de la Cámara Baja.
Desde entonces, se inició entre el Ejecutivo y el Legislativo una cruenta batalla que condenó a los titulares de ambos poderes a una agonía política que puede resultar en la destitución de ambos.
Rousseff aguarda un casi probable fallo del Senado en su contra para ser suspendida primero y destituida después, y Cunha una resolución del pleno de la Corte Suprema que también probablemente ratificará la decisión del juez Teori Zavaski de suspenderlo de sus funciones.
La principal víctima de esa batalla, en tanto, es el país, sumido en una grave inestabilidad política y hundido en la peor recesión económica del último cuarto de siglo.
Cunha cavó su fosa poniendo en práctica lo peor de la política: el uso de sus prerrogativas como legislador y presidente de Diputados, para ejercer el poder en beneficio propio y perjudicar enemigos.
En su calidad de tercer autoridad más importante del país, el político evangélico, dueño de un verdadero imperio en Internet bajo el dominio jesús.com, llevó al extremo los métodos ilegales de los que usó y abusó a lo largo de su carrera política.
Al día de hoy, está procesado por la Corte Suprema por delitos de corrupción vinculados a la trama ilegal que operó en Petrobras. Se lo acusa de recibir unos cinco millones de dólares en sobornos para facilitar negocios a empresas con el ente estatal.
Formado en Economía, Cunha inició su carrera como diputado regional por Río de Janeiro en 2001 por el conservador Partido Popular Brasileño, hoy extinto. Luego fue diputado federal durante tres mandatos con el Partido del Movimiento Democrático Brasileño (PMDB).
Durante su trayectoria ostentó las riquezas que obtuvo en actividades al margen de la ley y llevó su autoridad al límite del autoritarismo intimidando, amenazando y coaccionando a colegas, abogados, funcionarios públicos e incluso a quienes le "debían" sobornos.
Fue precisamente a raíz de esas actitudes que el fiscal general de la República, Rodrigo Janot, solicitó en diciembre su destitución que está a punto de ser acogida por el Supremo Tribunal Federal.
Rousseff fue una de las que por cuestiones de poder se interpuso en el camino del poderoso diputado, quien a cambio de haber ayudado a financiar campañas políticas cosechó el apoyo de una centena de legisladores que entre gratitud y temor le son incondicionales.
El primer golpe que Cunha le propinó a la gobernante del Partido de los Trabajadores (PT) fue imponerse con holgura en febrero de 2015 al candidato oficialista, Arlindo Chinaglia, para presidir la Cámara Baja.
Eduardo Cosentino da Cunha, de 57 años, obtuvo 267 votos en un total de 513 diputados. El apoyo involucró a 14 partidos y diputados "insurgentes" que lo apoyaron aún cuando sus respectivas fuerzas políticas integraban el bloque oficialista.
Tras ratificar su poder en las urnas parlamentarias, Cunha anunció su intención de enfrentar al gobierno, aún cuando en aquel momento, el PMDB, que integra junto al vicepresidente, Michel Temer, era el principal aliado de Rousseff.
"Nadie me verá curvarme ante nada que no sea la voluntad de la mayoría de esta Cámara", proclamó en la ocasión, en un primer grito de guerra como presidente de Diputados.
Contrariamente a lo que pueda parecer a primera vista, Cunha no aumentó su poder político como enemigo de Rousseff y del PT, sino como aliado. A instancias de su innegable poder de liderazgo, el legislador fue decisivo para que Rousseff llegara por primera vez a la Presidencia en 2010.
Gracias a su influencia, la ex guerrillera obtuvo el apoyo de la comunidad evangélica, que la rechaza por defender la legalización del aborto y el casamiento entre personas del mismo sexo, entre otras banderas progresistas.
Dueño de una capacidad de trabajo asombrosa, Cunha tiene también un prontuario repleto de denuncias de corrupción. Fue alejado de sus cargos como presidente de las estatales de Río de Janeiro Telerj (de telecomunicaciones) entre 1991 y 1993 y Cehab (Compañía Estatal de Habitación) entre 1999 y 2000, a raíz de graves denuncias.
En un episodio curioso, su salida por denuncias de fraudes de la Cehab tuvo que ser informada por su propia esposa, la periodista Cláudia Cruz, por televisión, en su calidad de presentadora de la filial carioca de a TV Globo.
Vengativo, Cunha dio en diciembre el golpe mortal al Gobierno de Rousseff.
Procesado en el Consejo de Ética de Diputados por haber ocultado tener cuentas bancarias en Suiza, en las que según el país europeo depositó dinero fruto de los sobornos, Cunha avisó al PT: si el partido no le daba los votos necesarios para frenar el proceso en el Consejo, él acogería el pedido de "impeachment" de Rousseff.
El 6 de diciembre de 2015, el PT anunció poco después del mediodía que sus tres miembros en el Consejo de Ética votarían a favor de que el proceso continuara. Pocas horas después, Cunha admitió el pedido de enjuiciamiento de la mandataria que la mantiene a las puertas de la destitución