EU decide si abre la Casa Blanca a una política o a un producto de los "reality shows"

Internacional
/ 5 noviembre 2016

Unos 219 millones de estadounidenses están llamados a votar en un país en el que la participación electoral se sitúa en niveles muy bajos (en 2012 fue del 54.8 por ciento) por la necesidad de registrarse previamente para emitir el voto.

Ocho años después de elegir al primer presidente negro en medio de una ola de entusiasmo, los estadounidenses decidirán el martes en las urnas si llevan a la Casa Blanca a la primera mujer o a un novato político millonario que es producto de los "reality shows" de televisión.

En la demócrata Hillary Clinton, de 69 años, o el republicano Donald Trump, de 70, está el presidente número 45 de Estados Unidos, la primera potencia del planeta.

Los dos candidatos están lejos de despertar la admiración general que suscitó Barack Obama -a punto de retirarse, ha vuelto a marcar un récord de aprobación (55 por ciento)- y ambos tienen votantes que los apoyarán sin entusiasmo, solo por evitar lo que consideran el mal mayor.

Clinton, a la que los estadounidenses perciben fría, ambiciosa y poco confiable, encontrará el martes sus apoyos sobre todo en las mujeres universitarias y las minorías, un grupo este último en el que el voto hispano puede jugar un papel importante.

Trump ha dejado al descubierto la existencia de un malestar con la política y Washington, con el establishment que representa Clinton, y hallará los suyos en hombres blancos no universitarios golpeados por la globalización, en los que cala su discurso contra los inmigrantes, su retórica populista y su incitación a hacer "América grande otra vez".

Unos 219 millones de estadounidenses están llamados a votar en un país en el que la participación electoral se sitúa en niveles muy bajos (en 2012 fue del 54.8 por ciento) por la necesidad de registrarse previamente para emitir el voto.

Aunque Clinton ha liderado las encuestas la mayor parte de la campaña, ella y Trump llegan al 8 de noviembre en una carrera ajustada, después de que la demócrata perdiera ventaja por la reapertura de la investigación sobre el uso de un servidor privado para enviar e-mails cuando era secretaria de Estado.

Si finalmente vence Clinton, tendrá que gobernar casi seguro con una Cámara de Representantes con mayoría republicana, según apuntan las encuestas de cara a su renovación, que se vota también el martes. El Senado renueva un tercio de sus miembros y los demócratas tienen alguna opción de recuperarlo.

Junto al resultado, la otra gran incógnita es si Trump reconocerá su derrota si ésta ocurre. "Lo veré en su día", dijo en el tercer debate electoral, cuestionando uno de los pilares de la democracia y sugiriendo que los comicios están amañados.

La campaña electoral ha sido una de las más crispadas que se recuerdan. Ha valido casi todo y ha dejado un país dividido.

$!EU decide si abre la Casa Blanca a una política o a un producto de los "reality shows"

Trump ha rebasado líneas rojas hasta el punto de sugerir ataques físicos contra Clinton y de asegurar que la encarcelará si llega a la presidencia.

Ninguna de las polémicas que se volvieron contra él le ha hecho daño de verdad, salvo la de la grabación de 2005 en la que se le escucha alardear de un comportamiento que raya el abuso sexual.

El Partido Republicano, que subestimó sus posibilidades, ha quedado dañado por el efecto Trump. Destacados republicanos han dicho abiertamente que no lo votarán. Otros, con puestos en juego en el Senado, han acabado apoyándolo tras mostrar su disgusto. El resultado es una guerra civil en la formación.

Clinton, por su parte, ha tenido que defenderse durante toda la campaña de acusaciones de corrupción -el escándalo de los e-mails abrió otro frente en la Fundación Clinton- y falta de fiabilidad.

Cuando Clinton se lanzó por segunda vez a la carrera presidencial -la primera fue derrotada por Obama en primarias-, estaba, ahora sí, llamada a hacer historia. Su llegada a la Casa Blanca se veía probable y, si finalmente no lo conseguía, habría sido al menos la primera mujer en concurrir a unas elecciones presidenciales.

Pero en el camino de la ex primera dama, ex senadora y ex secretaria de Estado se interpuso Bernie Sanders, que con su imagen de "outsider" y sus ideas sociales de izquierda que no encajaban en el credo demócrata tradicional, le disputó las primarias hasta el final, sostenido por jóvenes votantes. 

$!EU decide si abre la Casa Blanca a una política o a un producto de los "reality shows"

El segundo gran obstáculo de Clinton se llama Trump y con las encuestas muy ajustadas, nadie puede asegurar que vaya a ser capaz de superarlo. El candidato en el que pocos creían cuando lanzó su carrera a las primarias republicanas pudo contra todo pronóstico con sus oponentes y está a un paso de ser presidente.

En el mundo hay inquietud ante esa posibilidad, según muestran los mercados y admiten diplomáticos en Washington en privado. Junto a su nula experiencia en política exterior, Trump ha mostrado que es irritable e imprevisible.

COMENTARIOS

Selección de los editores