La "Nueva Ruta de la Seda", ¿un proyecto económico o político?

Internacional
/ 16 mayo 2017

El objetivo de China es que en total se inviertan cuatro billones de dólares en la creación de corredores económicos a lo largo de las antiguas rutas comerciales. Los fondos irán destinados a puertos, carreteras, líneas ferroviarias, oleoductos y otras infraestructuras.

Todo el mundo va en peregrinación a China, esta "tierra tan rica en belleza que incontables héroes la honraron a porfía", como escribió en un poema el líder revolucionario Mao Tse-tung.

Para la tradicional "foto de familia", los "héroes" de la "Nueva Ruta de la Seda" se congregaron durante la cumbre finalizada hoy en Pekín frente a una gigantesca pintura paisajista con un sol rojo y la caligrafía precisamente de aquel poema. Sin embargo, lo que hizo acudir a la capital de China a 28 jefes de Estado y de Gobierno, así como a representantes de más de 100 países, no era tanto la belleza del paisaje sino la fuerza de atracción que ejercen los miles de millones de dólares provenientes de las arcas del gigante asiático.

Las cifras marean. Tan solo en la cumbre, el presidente chino, Xi Jinping, anunció inversiones por más de 100,000 millones de dólares. Para la ambiciosa iniciativa han sido identificados unos 900 proyectos con un volumen de unos 900,000 millones de dólares.

El objetivo de China es que en total se inviertan cuatro billones de dólares en la creación de corredores económicos a lo largo de las antiguas rutas comerciales. Los fondos irán destinados a puertos, carreteras, líneas ferroviarias, oleoductos y otras infraestructuras.

Son sobre todo los países pequeños los que depositan grandes esperanzas en el proyecto. Para no pocos de esos países, China es el "ángel salvador" o "prestamista de última instancia". Las dos terceras partes de los países situados a lo largo de la Nueva Ruta de la Seda no son precisamente solventes en el contexto internacional.

Los donantes internacionales también tenían buenos motivos hasta ahora para no invertir en esos países. Sin embargo, de momento esto apenas importa de cara al "proyecto del siglo" del presidente Xi Jinping.

"La cumbre sobre la Nueva Ruta de la Seda se convocó para cimentar la determinación china de asumir un liderazgo global constructivo y moldear las relaciones internacionales de acuerdo con sus ideas", opina el sinólogo alemán Jan Gaspers. Además, mediante el desarrollo económico China pretende estabilizar políticamente a vecinos frágiles como Afganistán o Pakistán, señala el experto. "Sin embargo, las inversiones también sirven, y cada vez más, para generar dependencias económicas que Pekín pueda convertir en apoyo político", agrega.

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Además, los miles de de millones de dólares no son todos donaciones, sino que en su mayor parte se trata de ayuda financiera que los países receptores tienen que reembolsar con intereses. Para muchos países, por lo tanto, existe el peligro de que caigan en la trampa del endeudamiento.

Algunos expertos prevén que China tenga que dar por perdido quizás el 80 por ciento de los fondos destinados a Pakistán y entre un 50 y 60 por ciento del dinero para otros países. "En Occidente, eso es lo que llamamos ayuda al desarrollo", señala Jörg Wuttke, ex presidente de la Cámara de Comercio de la Unión Europea en China.

En opinión de Wuttke, "la nueva Ruta de la Seda es más bien un proyecto político" destinado a apuntalar la seguridad de los países vecinos y de las rutas para el suministro de energía y materias primas a China.

El mejor ejemplo de ello son, según Wuttke, las comunicaciones ferroviarias entre el suroeste de China y Europa. "Cada semana salen de Chongqing cinco trenes totalmente cargados con destino a Duisburgo (en Alemania), pero solo un tren completamente cargado vuelve a China".

Los europeos compran diariamente a China bienes por 1,000 millones de euros, pero los chinos solo importan de Europa la mitad de esa cantidad. Para que las exportaciones europeas a China puedan crecer, es necesario que el gigante asiático facilite el acceso a su mercado, reclama la Unión Europea (UE).

Durante la cumbre, los representantes de la UE llegaron a amenazar con no firmar una declaración conjunta si China no ofrecía garantías para el libre comercio, la protección del medio ambiente y las condiciones laborales.

Al término del cónclave, sin embargo, China parecía haber aparcado sus diferencias con los jefes de Estado y de Gobierno europeos, al menos sobre el papel, al adherirse en la declaración final al compromiso común de construir economías abiertas y "rechazar todas las formas de proteccionismo”.

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