Libro de texto de la SEP no califica de delito el asesinato de Eugenio Garza sino de un ‘error’ de la guerrilla

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/ 9 agosto 2023

En la explicación de ese crimen no existe un secuestro, sino un “intento de retención” y tampoco hay una ejecución, sino “la pérdida” de una vida

Con la defensa de las acciones guerrilleras de hace 50 años en las que enaltece secuestros y asesinatos, a los que llama “ajusticiamientos”, la SEP instruye a los maestros de Secundaria a seguir ese legado.

En el denominado “Libro sin recetas número 6”, que es una Guía de trabajo para Maestros de Secundaria, la SEP considera que las acciones guerrilleras, sobre todo de la Liga Comunista 23 de Septiembre, no deben ser borradas de la memoria, pues su legado sirve para “corregir el rumbo” del País.

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En el texto, el asesinato en 1973 del empresario regiomontano Eugenio Garza Sada, presidente de Cervecería Cuauhtémoc y fundador del Tecnológico de Monterrey, es reseñado no como un delito sino como un “error” de los guerrilleros.

En la explicación de ese crimen no existe un secuestro, sino un “intento de retención” y tampoco hay una ejecución, sino “la pérdida” de una vida. Raras veces refiere un homicidio sino incluso habla de “la ausencia” de Garza Sada.

“El secuestro como arma político-militar no fue una estrategia en donde la Liga Comunista 23 de Septiembre lograra alguna victoria. El primero de sus descalabros ocurrió el lunes 17 de septiembre de 1973 al intentar retener en Monterrey a Eugenio Garza Sada, ícono y leyenda del empresariado mexicano, en cuya acción perdieron la vida el empresario, su chofer y dos elementos del comando guerrillero”, dice el denominado “Libro sin recetas número 6” que da pautas a los maestros de cómo desempeñarse en aulas.

El libro dedica su primer y principal capítulo a la historia de grupos armados en México que, según dice, “en numerosos momentos el Estado se esforzó en silenciarla, sigue ahí como un murmullo que nos despierta por las noches y nos ayuda a corregir el rumbo”.

El capítulo titulado “Soñaron con asaltar el cielo”, subraya que “más allá de las bajas y las acciones desafortunadas, la existencia del radicalismo era ya un hecho incuestionable en los imaginarios colectivos”.

Agrega: “a pesar de la guerra de baja intensidad, de la manipulación informativa en los medios y los esfuerzos por anularlos, estos grupos seguirían manteniendo su vigencia”.

“El escenario para el año 1973 no parecía el más apto para reducir las tensiones. Nuestro País había vivido diversas expropiaciones a bancos y empresas, secuestros de personas y de aeronaves, emboscadas a las fuerzas militares. Por su parte, el Gobierno desató su furia desapareciendo personas, torturando en prisiones y centros de detención, asesinando a líderes sociales”, añade.

Cuenta que el 10 de octubre de 1973 hubo el doble secuestro del empresario Fernando Aranguren y del Cónsul británico, Anthony Duncan, en Guadalajara.

“En el ánimo del Gobierno de Echeverría no podría haber sucedido mayor desgracia que la ausencia de Garza Sada, por lo que su negativa a negociar para liberar a los cautivos fue contundente”, juzga el libro de orientación de maestros.

Y califica el asesinato de Aranguren como “un ajusticiamiento”.

“Ante esta disyuntiva, el comando de la Liga 23 de Septiembre liberó sin ningún beneficio al Cónsul británico, pero ajustició al empresario como medida radical”, apunta.

Crítico de los Gobiernos del PRI y el PAN, el libro de la SEP cuestiona, entre otros asuntos, la “modernización educativa” impulsada en el sexenio de Carlos Salinas, pero olvida referir que su artífice fue el entonces titular de la SEP, Manuel Bartlett, figura de la 4T y actual titular de la Comisión Federal de Electricidad.

Los conceptos del libro son similares a los difundidos en 2019 por el historiador Pedro Salmerón, quien renunció como director del INEHRM luego de suscitar polémica por considerar que “un comando de valientes jóvenes de la Liga Comunista 23 de Septiembre intentó raptar” a Garza Sada.

Eso, dijo, “desató una balacera en la que perdieron la vida Don Eugenio y sus escoltas, Bernardo Chapa y Modesto Hernández, y dos de los guerrilleros”.

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