Morena: Duda Loret de Mola sobre el proceso de selección de ‘corcholata’

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El periodista refiere que se trata de un diseño sospechoso que estaría proyectado para que al final, frente a las contradicciones de las encuestas, sea el Presidente el que elija al candidato
CDMX.- Las encuestas, según el proceso trazado por Morena para seleccionar a su candidato presidencial, serían “el gran elector”, pero advierte Carlos Loret de Mola en su último artículo que es un diseño sospechoso.
De acuerdo con el periodista, no sólo se trata de un “desafío instrumentar” realizar los sondeos así como lo proyectó el partido oficial, sino que además las casas encuestadoras, o al menos los resultados de sus mediciones, han demostrado no ser del todo precisas.
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Loret de Mola refiere que al menos así quedó demostrado en las últimas elecciones en el Estado de México y Coahuila, en donde las encuestas le dieron una ventaja mayor a Delfina Gómez, de Morena, y no pudieron anticipar la “brutal ventaja” con la que ganó Manolo Jiménez de la alianza PRI, PAN y PRD.
Ello ocurrió, añade el editorialista, porque “entre las casas encuestadoras más conocidas hubo una clara tendencia a sobrestimar a Morena en las elecciones de este año”, tal como ocurría con el PRI cuando estaba en el poder.
Detalla que esto tiene una explicación: según expertos en la medición de opinión pública, cuando los encuestados saben que están respondiendo una encuesta del gobierno se sienten obligados a decir que votarán por el partido en el poder, en este caso Morena. Así, “el voto oculto es a favor de la oposición”.
“Si a esto se le suma que en las campañas uno de los temas centrales es que si pierde Morena se podrían acabar los programas sociales, no es de extrañar que un relevante segmento de la población se sienta obligado a decir que va a votar por Morena cuando en realidad en la privacidad de la urna no lo hace así”, señala.
Según el proceso que regirá la elección de la “corcholata”, como gusta llamar el presidente a los aspirantes presidenciales, cada una sugerirá dos casas encuestadoras, por lo que en total serán 12, de entre las cuales a través de un sorteo elegirán a 4.
El problema surge, refiere Loret de Mola, cuando el encuestador deba ir a realizar el sondeo acompañado del representante de cada aspirante presidencial, que en total son seis.
“Imagine usted el escenario: llegará a cada hogar un contingente de 7 personas a preguntar la opinión secreta de un miembro de ese hogar seleccionado estadísticamente para que responda con la verdad”, refiere.
En ese contexto, asevera Loret de Mola, además de estar “muy alejado de las buenas prácticas que se recomiendan para este tipo de ejercicios basados en la opinión”, será difícil obtener respuestas reales de la gente.
Por ello el editorialista cuestiona si no se trata de un embrollo planeado para que al final el “gran elector” sea López Obrador.
“Quizá es un galimatías diseñado deliberadamente para que las encuestas se contradigan unas a otras, y la decisión final la tome el Presidente de la República”.