Del carbón al fracking, la historia se repite
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A lo largo de más de 130 años, los habitantes de la Región Carbonífera y más al norte del estado, han vivido momentos en extremo difíciles: desesperanza, soledad y carencias económicas. En esa región parece que el tiempo se ha detenido. La mayoría de sus pobladores solamente ve pasar el producto de su esfuerzo y el enriquecimiento de propietarios, líderes y autoridades involucradas en la comercialización del carbón. Aun a pesar de que un importante porcentaje de la explotación del mineral se obtiene de manera artesanal, los beneficios del carbón hicieron florecer la industria del ferrocarril, la siderúrgica y la de electricidad.
Sin embargo, no existiendo una normativa clara para la explotación del mineral, los propietarios de todos los tamaños, se han tomado atribuciones y eludido responsabilidades, que han generado una cadena de complicidades y corrupción mayúscula, por accidentes, siniestros o equivocaciones en la explotación artesanal de los pozos, en los cuales han muerto cientos de mineros solamente en los últimos 25 años.
Para gran parte de los habitantes de la Carbonífera no han sido ajenas la pobreza, la inseguridad, las violaciones a los derechos humanos, los impactos irreversibles al medio ambiente y la impunidad con la que se han manejado las empresas que explotan y o comercializan el carbón, coludidos con las autoridades y los sindicatos.
Los trabajadores mineros viven con sus angustias y pesares, así como sus saberes, que describen con voz apagada por el polvo del carbón que les reseca la garganta cotidianamente, hasta invadir los pulmones, con sus recuerdos y tristezas de las familias, madres, esposas y de los mismos trabajadores, que han entregado su vida para extraer el carbón.
La explotación del mineral nació y se desarrolló bajo el discurso de mejorar la economía de quienes estarían involucrados -mineros y sociedad, en general- pretendiendo que esa actividad les daría la oportunidad de mejorar sus niveles de vida, trayendo un importante desarrollo regional. Lo paradójico es que después de más de un siglo, las condiciones reales de la región y sus habitantes dejan mucho que desear, en comparación con otras regiones del país.
Ahora aparece un nuevo salvador, con el mismo discurso que no vale la pena repetir por ser casi una copia del que precedió al carbón. El milagro del fracking, que es el proceso específico de perforar pozos (primero verticalmente y luego en forma horizontal) para inyectar grandes volúmenes de mezclas de agua, arena y productos químicos a gran profundidad, a una presión extrema, con el fin de crear fracturas en formaciones rocosas específicas, y hacer que el petróleo y el gas que contienen dichas rocas fluyan hacia arriba por el mismo pozo.
El Clúster de Energía, principales promotores de esta tecnología, aseguran que no solo hará surgir -de lo que dejo el carbón- una nueva región desarrollada como las mejores del mundo, sino que salvará a México de la importación del gas. Sin embargo, la evidencia basada en estudios científicos es clara: el fracking produce daños a la salud pública, riesgos ambientales y pone en peligro a la sociedad, con la perspectiva de un clima de desastre tremendamente inestable.
El “Ahora sí cuidaremos de que todo se cumpla” está presente en cada discurso de quienes ostentan la bandera de salvadores, no sólo de los habitantes de las cuencas de Burgos y de Sabinas, sino de todo el país, al evitar la grave dependencia de importación de gas de Estados Unidos.
Ahora sí se vigilara que no se ocasione ningún daño a la salud de los habitantes de la región y se proteja el medio ambiente, con sus riquezas naturales de flora y fauna. Se genera gran cantidad de empleos, y como dijera una Doctora de Texas A.M, invitada por el Clúster de Energía a dar una conferencia en la unidad de Seminarios de la UAdeC. “Alguien —dijo— tendrá que venderles tacos y lavarles la ropa, a los técnicos que vendrán”. Acusó también a un plomero “chambón” de haber confundido las tuberías de gas con las de agua, razón por la que sale gas y se enciende fuego al salir por las tuberías.
Por otro lado, los promotores descalifican los estudios científicos de universidades alrededor del mundo, que en abundancia demuestran los daños a la salud y al ecosistema. “Nosotros si lo haremos bien”, “evitaremos los errores de otros países”, argumentan.
En conclusión hay dos conceptos fundamentales de opinión sobre el fracking: los promotores que buscan riqueza y poder (capitalismo) y los que se oponen con el fin de cuidar y proteger la vida y el planeta. Debemos de demostrar una mayor altura y amplitud de miras y recordar que la tarea de nuestro tiempo es la de transformar todo lo relacionado con el modelo de vida que tenemos y dejar de ser predadores de nuestra casa común.