Despide Jerarquía católica a curas asesinados en Veracruz

Nacional
/ 20 septiembre 2016

Según las autoridades, ambos curas fueron asesinados en el calor de una convivencia con bebidas alcohólicas y con el fin de robarles

CDMX.-  La jerarquía católica de Veracruz y decenas de feligreses despidieron en la iglesia de Nuestra Señora de Fátima del municipio de Poza Rica a los dos sacerdotes que fueron asesinados el lunes.

El arzobispo de Xalapa, Hipólito Reyes Larios, encabezó la misa en honor a los curas Alejo Nabor Jiménez Juárez y José Alfredo Suárez, quienes -según las autoridades- fueron asesinados en el calor de una convivencia con bebidas alcohólicas y con el fin de robarles.

El líder de la Iglesia en Veracruz, recordó que desde el año 2000 advirtieron de una descomposición social en Veracruz, pero -se quejó- nadie quiso hacer algo para frenarla.

En su mensaje ante fieles, Reyes Larios denunció que la inseguridad ha sido una constante desde hace varios años en territorio veracruzano.

Y ante el obispo de la Diócesis de Papantla, José Trinidad Zapata Ortiz, consideró que la transición gubernamental en la entidad, donde el PRI perdió las elecciones frente a una alianza del PAN-PRD, acentúa las condiciones de inseguridad.

Los restos de Alejo Nabor Jiménez Juárez, quien contaba con 13 años de haberse ordenado sacerdote, fueron trasladados al estado de Puebla, donde era originario.

La diócesis de Papantla, a la cual pertenecía, recordó que era originario de Zoquitlán, Puebla y aunque comenzó sus estudios en el seminario de Tehuacán, decidió mudarse a Papantla.

En tanto, José Alfredo Suárez, con cuatro años de haberse ordenado como cura, fue llevado al municipio veracruzano de Misantla, donde sus familiares lo sepultaran.

El padre “Alfredito”, como le decían creyentes de la comunidad católica, fue vicario parroquial de la capilla de Santiago Apóstol en el municipio de Hueytamalco, Puebla, donde era conocido por estar a cargo del grupo musical “Emmanuel”, compuesto por jóvenes católicos y por su carácter amable y alegre.

Con seis meses de haber llegado a Poza Rica, los feligreses lo recordaron como dinámico, divertido y un hombre que sobresalía por permanecer contento ante cualquier dificultad.

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