El hallazgo del plomo en dulces mexicanos es un problema que se 'saborea' desde hace tiempo
La reciente investigación en el Instituto Nacional de Salud Pública en México, confirmó lo anunciado hace 13 años por autoridades de EU
La existencia de plomo en dulces mexicanos no es un tema reciente pues hace 13 años, el problema se hizo latente en los barrios hispanos de Baltimore, en Estados Unidos, provocando una disputa entre las autoridades y los fabricantes de golosinas.
Sin embargo, al notar que las autoridades norteamericanas realizaron una campaña de información pública en el 2005, algunas compañías modificaron sus procesos, pero aún así, prevalecía la desconfianza.
Incluso políticos del vecino país sugirieron que se hicieran exámenes a los menores para corroborar que los dulces señalados no tuvieran rastros de dicho metal.
Sin embargo, otras golosinas continúan vendiéndose sin que cumplan con los requisitos que exige la FDA para comercializar los dulces en Estados Unidos.
En aquel momento, señalaron que las frutas o paletas de carmelo sumidas o mezcladas con polvos de chile se hicieron populares entre los consumidores, en su mayoría, menores de edad.
LO 'DESCUBREN' EN MÉXICO
Este viernes se dio a conocer que un grupo de especialistas del Instituto Nacional de Seguridad Pública (INSP), encontraron que 20 caramelos tenían altos niveles de plomo superiores a los permitidos por la Administración de Alimentos y Medicamentos (FDA, por sus siglas en inglés), de a 0.1 partes por millón (ppm).
Incluso según las notas de ese tiempo publicadas en varios portales, advertía que la Secretaría de Salud pensaba ordenar el retiro de todas estas golosinas en tiendas y puestos, pero en el 2017, los dulces siguen vendiéndose como pan caliente.
LAS SECUELAS
La Organización Mundial de la Salud (OMS) señaló que, una vez dentro del cuerpo, el plomo se distribuye hasta el cerebro, el hígado, los riñones y se deposita en los huesos y dientes.
"Muchas veces, sustituye las funciones del calcio: puede depositarse en los huesos y vivir ahí por 20 o 30 años.
“En momentos de remodelación ósea, el plomo depositado en los huesos sale al torrente sanguíneo y circula por la sangre; en mujeres embarazadas, al cruzar la barrera placentaria pone en riesgo el feto”, explicó.
Con información de Crónica y Excélsior.