Escuela "Enrique Rébsamen”, símbolo de la tragedia y solidaridad en México
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De los más de 200 muertos causados por el terremoto en México, 21 son niños que estaban en la escuela "Enrique Rébsamen" cuando la tierra tembló.
Una escuela reducida a escombros, cuando niños y maestros estaban dentro, se ha convertido en el símbolo de la tragedia que vive México por el terremoto de magnitud 7.1 que lo golpeó la tarde del martes y que enlutó al país entero.
"Cuando empezó el terremoto las maestras empezaron a sacar a los alumnos. Se escuchaban sus voces mientras salían, pero de pronto hubo un ruido y ya no se escuchó nada más", relató a dpa en Ciudad de México Gilberto Bazán, un hombre de unos 50 años que estaba cerca al momento del sismo.
De los más de 200 muertos causados por el terremoto en México, 21 son niños que estaban en la escuela "Enrique Rébsamen" cuando la tierra tembló. El edificio de cuatro pisos ahora es una pila de concreto, ladrillos y columnas entre los que todavía hay personas atrapadas.
"Fue horrible y lo es más todavía porque son niños", agregó Bazán, que vive cerca de Coapa, un lugar ubicado en la delegación Tlalpan, en el sur de la Ciudad de México. Al igual que él, decenas de vecinos y personas de zonas cercanas no dejan de llegar para colaborar en las labores de rescate.
La "Enrique Rébsamen" es una escuela privada de unos 400 alumnos de preescolar, primaria y secundaria. Eran las 13:14 de México, hora en la que se imparten clases en las escuelas, cuando el terremoto empezó.
Los vecinos cuentan que se escuchaban gritos y que el derrumbe del edificio hizo un ruido tan fuerte como una explosión. "Los niños que habían salido empezaron a llorar y algunas maestras cantaban para intentar calmarlos. Pobrecitos", dijo una mujer que llevaba unas cobijas al lugar en el que se reúnen materiales donados.
El perímetro que rodea la zona del derrumbe fue acordonado y asegurado por militares y miembros de Protección Civil. Sólo se admite la entrada de los rescatistas, voluntarios y autoridades. A unos 100 metros, las personas esperan el rescate de tres desaparecidas, entre ellos una niña y un niño.
Los padres de los niños que todavía están atrapados en los escombros pernoctaron en carpas instaladas en el patio de la escuela. Las cobijas y camas improvisadas se ubicaron entre los restos destruidos del colegio.
"En medio de todo esto, lo que puedo destacar es la rápida reacción de la gente. Fueron ellos, los jóvenes, estudiantes, vecinos, los que iniciaron la ayuda ante esta situación. Me siento orgulloso de toda mi comunidad", manifestó Abel Rosas, uno de los voluntarios.
Rosas estuvo colaborando desde las 17:00 del martes en la remoción de escombros y la recolección de materiales como picos y palas. Él mismo llevó consigo un pequeño motor eléctrico. "Tenía que ayudar, era en lo único que pensaba", contó.
Los gestos de solidaridad llegan de todos lados. Una cafetería cercana estuvo repartiendo café toda la noche y lo sigue haciendo, otros llevan pan, jugos y galletas a los rescatistas. Fuera del lugar se apilan botellas de agua, comida enlatada y mantas para los familiares y voluntarios.
Natural de Veracruz, en el este de México, Rosas lleva un par de años viviendo en la Ciudad de México, donde el terremoto del martes –el segundo en menos de dos semanas- ha dejado unos 500 edificios dañados.
El sismo se sintió tan fuerte en la capital mexicana que recordó al de 1985, que dejó unos 10,000 muertos. Precisamente, el martes se conmemoraban 32 años de aquel trágico evento. Con epicentro entre Morelos y Puebla, a unos 120 kilómetros de la Ciudad de México, el del martes ha provocado víctimas mortales en seis estados.
"Me quedé sin palabras. No puedo describir esto. Nunca había vivido una tragedia como esta, creo que todavía estoy en shock", siguió Rosas, pero, pese a su miedo, no dudó en brindar su ayuda.
De la escuela en Coapa se ha logrado rescatar a 11 personas. Sus nombres, así como los de los hospitales en los que están, han sido escritos en papeles pegados en postes a unos metros del perímetro de seguridad.
Durante la noche, ayudados por reflectores, bomberos, soldados y rescatistas continuaron los esfuerzos por sacar de los escombros a los niños atrapados.
Algunos avisaron mediante mensajes de texto y Whatsapp que se encontraban vivos. "Ayúdennos, tenemos sed", decía uno de los mensajes recibidos por los padres de una niña de seis años, rescatada durante la madrugada.
Las labores no han cesado y han tenido nuevos visos de esperanza. Un perro entrenado logró dar con una niña atrapada en las ruinas. "Movió el brazo", dijo uno de los bomberos. Pero los intentos para sacarla con vida de un lugar con riesgo de derrumbes seguían después de varias horas.