Se va Xóchitl Gálvez sin pena ni gloria; su futuro, un enigma
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Su porvenir es un misterio, tanto en el PAN como en el PRI; podría mantener influencia en el Congreso o, incluso, liderar un nuevo partido de súper derecha
Xóchitl Gálvez difícilmente dará su brazo a torcer. Al cierre de las casillas se ha proclamado ganadora, sin datos que respalden tal afirmación y con las primeras encuestas de salida en contra: todas proclaman una aplastante victoria de Claudia Sheinbaum, dos a uno. Como sea, la candidata del PAN, PRI y PRD arenga a los suyos, aunque les pide aguardar hasta el conteo final de las actas.
¿Qué futuro depara a Gálvez? La historia de quienes han perdido contiendas presidenciales parece abrir un solo camino, el destierro político.
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“En primera instancia, lo que vimos en la campaña fue que al final la dejaron sola las elites del PAN y del PRI. Es el problema que tuvo durante el proceso y seguramente terminarán por darle las gracias. Ella quizá seguirá haciendo sus negocios, pero creo que pasará a la historia como alguien medianamente irrelevante”, dice Israel Covarrubias, doctor en ciencia política por la Universidad de Florencia, quien ha dado seguimiento al proceso electoral.
Los candidatos perdedores en las contiendas de este siglo han pagado factura. Pasó con Francisco Labastida, del PRI. Si alguien lo recuerda es por los epítetos de Vicente Fox, que lo llamó “Lavestida” en uno de los debates presidenciales del 2000. Pasó igual con el priista Roberto Madrazo en 2006, quien perdió toda influencia política, o con Josefina Vázquez Mota del PAN en 2012, y José Antonio Meade en 2018, también del PRI.
Ricardo Anaya, el otro perdedor del 2018, retornará por el cobijo del PAN, que le aseguró un asiento en el Senado y lo sacará del exilio con todo y proceso de investigación a cuestas por el presunto soborno de casi 7 millones de pesos que recibió a cambio de votar por la Reforma Energética de Peña Nieto. El único que se cuece aparte es Andrés Manuel López Obrador, quien se mantuvo en la lucha, armó su propio partido y se movió por todo el país hasta alcanzar la Presidencia de la República.
Pero, a diferencia de todos ellos, que son o fueron políticos profesionales, Gálvez no tiene raíz en ningún partido. “Me parece que el PAN está pensando en cómo van a deshacerse de Xóchitl una vez que termine todo esto”, piensa Covarrubias. “Están concentrados en cómo podrán posicionarse como partido dentro de la nueva administración, particularmente en las Cámaras, porque si algo se ha visto estos años es que el PAN y Morena son los dos partidos que tienen mayor capacidad de movilizar a las masas hoy en día. Lo hacen con alianzas y con triquiñuelas, pero al final, Acción Nacional es un partido extremadamente institucionalizado como para tomar la batuta de la oposición en el próximo sexenio. Y para ello no necesitan a Gálvez”.
Si el balance de la memoria se rige por las redes sociales, es posible que a Xóchitl Gálvez se le recuerde más por sus ocurrencias y dislates que por sus discursos políticos. Aun así, hay quien cree que no debe dársele por muerta.
“Tengo la idea de que después de las elecciones comenzará a construirse un partido de súper derecha, bastante sólido, y creo que Xóchitl Gálvez puede jugar a dos niveles: o puede ser dirigente o puede representar en algunos de los espacios de opinión a ese partido de derecha”, dice Héctor Tejera Gaona, profesor investigador de la UAM, especializado en campañas electorales, ciudadanía y partidos políticos.
Una cosa es cierta: en el listado de plurinominales del PAN, del PRI y del PRD, la candidata no tuvo mano. Estará por verse si mantiene algo de influencia dentro del Congreso, que es donde la oposición habrá de coronar espacios. O si, como predice Tejera, será el rostro visible de un nuevo movimiento ultra.