Otro efecto post COVID-19; pacientes podrían desarrollar trastornos mentales

A pesar de que la comunidad científica ha dado a conocer cuáles son los efectos del COVID-19 en el cuerpo humano; tanto en el periodo de infección como luego de la recuperación, pero en realidad aún se conoce poco sobre el impacto que este tiene en la salud mental.

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/ 17 febrero 2022
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Un nuevo estudio descubrió que las personas que padecieron coronavirus son hasta un 60% más propensas a desarrollar trastornos mentales como ansiedad, depresión y problemas de sueño, síntomas que pueden presentarse hasta un año después de la infección inicial.

Trabajos previos han sugerido que el COVID-19 podría estar relacionado con un mayor riesgo de desarrollar trastornos mentales, pero no se había realizado una evaluación exhaustiva sobre el tema y los efectos a largo plazo, como ahora lo efectúa un grupo de investigadores, que basados en datos del Departamento de Asuntos de los Veteranos de Estados Unidos (EU) analizaron el estado de salud mental de adultos mayores, tras 30 días después de dar positivo a la enfermedad.

De acuerdo con el Servicio de Información y Noticias Científicas (SINC), los especialistas compararon la información de pacientes contagiados con COVID-19, con dos grupos de control no infectados que tenían 63 años aproximadamente.

Los resultados de este trabajo se dividieron entre las personas que habían ingresado a atención hospitalaria y los pacientes que atravesaron la enfermedad desde casa, durante la segunda fase de la infección. El equipo de investigación tomó en cuenta información como sexo, raza, estilo de vida, historial médico y edad.

Los expertos encontraron que a diferencia de los grupos de control no infectados, los pacientes con COVID-19 mostraron un riesgo de más del 60% de padecer patologías mentales, tras un año de haber sufrido la infección, lo que según el portal español, equivale a 64 personas por cada mil individuos).

Por otra parte, el grupo de investigación examinó los trastornos por separado y descubrió que el COVID-19 estaba relacionado con 24 personas por cada mil personas adicionales con trastornos del sueño; 15 por cada mil con síndromes depresivos; 11 por cada mil con deterioros neurocognitivos, y cuatro por cada mil individuos que tenían problemas de consumo de sustancias toxicológicas.

Uno de los propósitos de esta investigación, además de dar a conocer los probables efectos adversos de la infección por coronavirus, es que los pacientes tengan un acompañamiento profesional para mejorar su calidad de vida, tras haber superado la enfermedad.

“Tenemos que identificar a los pacientes de COVID-19 con trastornos de salud mental y asegurarnos de que tienen acceso a recursos y apoyo. Si no se abordan estos problemas ahora, pueden producirse consecuencias mucho más graves en el futuro”, explicó a SINC, Ziyad Al-Aly, autor principal del estudio e investigador de la Universidad de Washington en Saint Louis (EU).

En tanto que el experto, Max Taquet, de la Universidad de Oxford (Reino Unido) añadió, “el hecho de que los pacientes parezcan seguir teniendo mayor riesgo 12 meses después de su diagnóstico es preocupante. Pero queda por determinar si esto representa un diagnóstico tardío o una nueva aparición de la enfermedad mental”.

Ante de estos hallazgos, el psiquiatra Paul Harrison de la Universidad de Oxford, reconoció que los hallazgos del estudio son una evidencia clara sobre la necesidad de obtener los recursos adecuados para el apoyo a la salud mental de los supervivientes de la infección por SARS-CoV-2, además, explicó que es necesaria la investigación de las causas y los tratamientos adecuados para abordar estos trastornos.

Los autores reconocieron que el estudio aún presenta limitaciones, ya que al ser una investigación observacional, no puede determinar las causas de las patologías mentales post COVID, además, ya que se aplicó únicamente en un sector específico de la población por lo que no podría ser aplicable a otros grupos.

Además comentaron sobre la necesidad de analizar datos de pacientes en situación marginada porque reconocen que dentro de este sector las atenciones médicas son escasas.

El autor Al-Aly, explicó que el trabajo está basado, “en los trastornos mentales diagnosticados, y es posible que haya muchas personas sin diagnóstico. Por ello, nuestros análisis pueden subestimar el riesgo. Por otro lado, también hay que considerar que las personas que se recuperan del COVID-19 podrían tener un umbral más bajo para acudir a la asistencia sanitaria, o que sus médicos podrían ser más propensos a hacer un diagnóstico”.

El equipo coincidió que este es un avance para el reconocimiento de los efectos del COVID en la salud mental, así como la necesaria aplicación de estrategias de recuperación social durante la pandemia.

Los resultados fueron publicados en “The BMJ”.

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