2026: ¿Resistirá Morena?

Opinión
/ 18 diciembre 2025

El próximo año pondrá a prueba la relación política bilateral; migración, seguridad y comercio volverán a la mesa. Morena deberá decidir si administra el conflicto o lo convierte en narrativa interna

El presente año le trajo a Morena costos que ya no pudo eludir. A lo largo de los últimos meses, diversos señalamientos de corrupción dentro del propio movimiento fueron apareciendo sin consecuencias reales: contratos irregulares, opacidad en obras emblemáticas, denuncias contra funcionarios locales y federales que nunca prosperaron. El patrón fue claro, se reconoció el problema en el discurso, pero se evadió en los hechos. La impunidad no fue excepción; fue método.

Morena enfrentó el año blindando políticamente a los suyos. No hubo investigaciones de fondo ni sanciones ejemplares. El mensaje interno fue inequívoco: la lealtad al proyecto pesa más que la rendición de cuentas. Este cierre de filas coincidió con la consolidación institucional del poder, particularmente con una Fiscalía General alineada al Ejecutivo.

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Claudia Sheinbaum ejerce el poder con un estilo distinto al de su antecesor, aunque aún condicionado. Sin embargo, gobierna sobre una estructura diseñada por López Obrador y con cuadros que le corresponden más al movimiento que a su figura. Su reto no es ganar autoridad, sino ejercerla sin romper el equilibrio interno.

En lo económico, el panorama se endurece, el margen fiscal es reducido, el déficit crece y el gasto social presiona las finanzas públicas. Pemex es un cadáver andante con deuda elevada, producción estancada y dependencia permanente del presupuesto federal. Hablar de rescate ya no es una consigna ideológica, sino una urgencia financiera. Cada peso destinado a Pemex es un peso que se le quita a inversión productiva o a infraestructura. Morena heredó un sistema energético tensionado y, por ahora, no ha ofrecido una salida clara que no implique mayor gasto público.

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El frente externo será decisivo, la renegociación del T-MEC marcará el ritmo de la relación con Estados Unidos. Washington observa con atención la reforma judicial, la política energética y la certidumbre de las empresas. Mantener la fiesta en paz no dependerá del discurso soberanista, sino de la capacidad del gobierno mexicano para cumplir compromisos.

El próximo año también pondrá a prueba la relación política bilateral; migración, seguridad y comercio volverán a la mesa. Morena deberá decidir si administra el conflicto o lo convierte en narrativa interna, la economía no resiste una confrontación prolongada. López Obrador seguirá influyendo, aunque desde la sombra. Su presencia será factor de cohesión, pero también de freno. Habrá ajustes, despidos y tensiones, las grietas internas no desaparecerán, es más, se profundizarán cuando los recursos escaseen. Morena tendrá menos margen de maniobra, más presiones y menos excusas. Gobernar ya no será sólo resistir, sino responder.

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