El triunfo de una mujer

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Un sordomudo tenía a su cargo el discurso oficial en cierta ceremonia. Alguien que conocía el lenguaje de las señas llegó a servir de traductor. El sordomudo empezó apuntando con el dedo a una mujer y a un hombre, tras de lo cual, ante el asombro del respetable público, imitó los movimientos del acto del amor. Sin inmutarse interpretó el traductor: "Señoras y señores: me causa un gran placer..."... Pipo Lanarts, famoso crítico de arte, solía aparecer frecuentemente en esta columneja. Por razones que ignoro se ausentó algún tiempo. No lo busqué -¿quién busca a un crítico de arte?-, pero ayer recibí un mensaje suyo. Lo transcribo, pues creo que mis cuatro lectores lo encontrarán interesante. Dice Pipo Lanarts: "Para mí todo tiempo pasado fue mujer. Mi vida ha estado presidida siempre por un numen femenino. El numen es una deidad -dice con extraña fruición la rígida Academia- `dotada de un poder misterioso y fascinador'. Eso precisamente: misterio y fascinación, ha sido en mi vida la mujer. Podría suscribir las palabras del poeta jerezano, a quien cito de memoria: `En mi pecho febril no hubo cosa, / de cristal, terracota o madera, / que abrazada por mí no tuviera / movimientos humanos de esposa'. Soy partidario, así, del feminismo. Me sorprende, entonces, advertir que son mujeres algunas de las más vehementes antifeministas. Ti-Grace Atkinson, por ejemplo, dijo: `Feminismo es la teoría; lesbianismo es la práctica'. La gran Gloria Steinem postuló: `Algunas de nosotras (feministas) hemos acabado por ser el hombre con quien nos habría gustado casarnos'. Y Germaine Greer escribió en `The Female Eunuch' (1970): `Si las mujeres entienden por liberación femenina la adopción del rol masculino, entonces estamos perdidas'. Sin tener la autoridad de ninguna de esas damas pienso que una de las formas de discriminar a la mujer es darle algo por la simple y sencilla razón de que es mujer. Eso equivale a darle algo a un hombre por el solo hecho de ser hombre. Me temo que en el otorgamiento del último Oscar a la mejor película hubo algo de eso, aparte de la exaltación del belicismo americano que Kathryn Bigelow hace en `The Hurt Locker'. Por ese bodrio fue eliminada una hermosa película, `Avatar', que a más de ser prodigio de mágicos efectos es también un poema y un bello mensaje de respeto a la vida. Los académicos votaron mal, pero el público votó muy bien, y dio el más certero veredicto cuando hizo de `Avatar' la película más taquillera de la historia. Sucederá lo mismo que en 1982, cuando `Gandhi' ganó, y perdió `E.T'. La aburrida trivialización que hizo Attenborough de la vida del gran pacifista está casi olvidada, mientras la fantasía de la tierna criatura extraterrestre imaginada por Spielberg es todavía buscada por los cinéfilos como una de las más bellas joyas fílmicas del siglo que pasó...". Hasta aquí Pipo Lanarts. Lamento que no celebre el triunfo de una mujer, y en justa compensación paso a narrar una historia feminista... En el Jardín del Edén charlaban el Creador y el arcángel San Gabriel. Le dice éste al Señor: "¡Qué grandes maravillas salieron de tus manos, Padre! ¡Esos astros que van por la infinita vastedad del Universo! ¡Y en la Tierra esas montañas de nevadas cumbres; ese mar insondable; esos bosques y selvas, esos desiertos misteriosos! ¡Y luego los animales y las aves, y la miríada de insectos! Lo que no entiendo, Señor, es por qué hiciste dos criaturas humanas exactamente iguales una y otra. Ambas son muy hermosas, ciertamente, modelo de absoluta perfección, pero ¿por qué las hiciste iguales a las dos?". Quedó el Señor pensativo unos momentos, y dijo luego al arcángel: "Tienes razón: me equivoqué al hacer iguales a esas dos criaturas. Vamos a hacerlas diferentes. A la más tonta aplánale el busto y ponle abajo otro pedazo"... FIN.