Pensar antes de hablar
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Los humanos hablamos muchísimo, pero solo por hablar, por parlotear, ignorando si lo que decimos es lo correcto o bien, apegado a la verdad
CARLOS R. GUTIÉRREZ
Me parecen nefastos y muy desafortunados los mensajes e ideas que algunas personas, con representaciones significativas (socialmente hablando), proponen a los jóvenes, que en lugar de orientarlos y ayudarlos en su desarrollo personal, los confunden y enredan, como es el caso de decirles que hagan lo que quieran, como si no existiera una brújula moral que guíe al ser humano en el correcto existir.
Tal vez, vivir vertiginosamente nos conduce, en demasiadas ocasiones, a cometer una inf inidad de imprudencias "habladas" que afectan seriamente los vínculos humanos, la mayoría de las veces irreversiblemente.
Cantidad, no calidad Creo que, en parte, esto se debe a que los humanos hablamos muchísimo, pero sólo por hablar, por parlotear, ignorando si lo que decimos es lo correcto o bien apegado a la verdad, sin percatarnos si realmente lo que comentamos, en el fondo, es auténtico; o bien, si acaso es conveniente manifestarlo.
Pareciera que le creemos más a los vértigos de la televisión, de las revistas y de todo aquello que pregonan los periódicos que a la misma realidad, convirtiéndonos personalmente en repetidores de mil barbaridades.
El lenguaje, ahora, se encuentra atiborrado de "sin sentidos", es liviano de significados y profundidad, y suele desconcertase mágicamente de los hechos, de la verdad. ¿Díganme si acaso demasiado de lo que hablamos no esta preñado de chismes, de supuestos, de barbaridades y propuestas tontas? ¿A poco las conversaciones no se llenan frecuentemente de comentarios irrelevantes, de vinagre ácido y de ese que afecta la integridad de propios y extraños? Y cómo pudiera ser distinto si al ceder en las palabras luego hemos cedido en los hechos.
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Mucho ruido
Socialmente tenemos un grave padecimiento: nos apasiona el ruido, tal vez por el miedo al silencio. Vivimos una época del hablar por hablar, de gritar por el puro gusto de ensuciar la atmósfera, y ciertamente de la música estruendosa: arrítmica, inarmónica. La moda es parlotear, ¿de qué? De lo que sea. Además, por si esto fuera poco, nos hemos convertido en expertos en toda clase de temas: política, economía, educación, tecnología, ecología, arte, calidad, mercado, medicina y lo que al lector se le ocurra añadir. Hoy, todos creemos saber y de eso hablamos mares, pero curiosamente pocos nos entendemos y menos nos alcanzamos a comprender, quizás porque hemos olvidado el sabroso arte de conversar y dialogar, así como la prudencia en hablar, que nos indica que, en este arte, menos es casi siempre más.
Posiblemente, nuestra dificultad estriba en que no sabemos decir "no sé", o bien, porque simplemente no soportamos quedarnos callados, pues la manía de la modernidad es juzgar, criticar, enjuiciar, evaluar, opinar, pero siempre a los demás, obviamente nunca en primera persona.
Por estos motivos, este día comparto dos reflexiones que me parecen formidables, que invitan a economizar los comentarios que difundimos (sobretodo los estúpidos).
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Las rejas
La primer reflexión es sugerente: "Un joven -cuenta la anécdota- discípulo, de un filósofo sabio, le dice a su maestro: "maestro, un amigo tuyo estuvo hablando de ti sin piedad y con inmensa malevolencia".
- ¡Espera!- lo interrumpe el filósofo-. ¿Ya hiciste pasar por las tres rejas lo que vas a contarme?- ¿las tres rejas?- preguntó extrañado el muchacho. Oíste bien, por las tres rejas -respondió el sabio-. La primera es la verdad. ¿Estás seguro de que lo que quieres decirme es absolutamente cierto? -preguntó el viejo. -No maestro.
A decir verdad, lo oí comentar a unos vecinos -estupefacto contestó el joven. -Al menos lo habrás hecho pasar por la segunda reja- volvió a inquirir el maestro.
Es la reja de la bondad; es decir, eso que quieres decirme, ¿es bueno para alguien? -No, en realidad no, al contrario...- asombrado contestó el muchacho. -¡Ah, vaya!
Entonces veamos si lo que deseas comunicarme pasa por la tercera y última reja que se refiere a la necesidad- dijo el sabio. ¿Estas plenamente seguro que es totalmente necesario hacerme saber eso que tanto te inquieta? Le preguntó el filósofo.
-Realmente, no- puntualizó el discípulo. -Entonces - dijo el sabio sonriendo-, si no es verdadero, ni bueno, ni necesario, por favor, eso que deseas contarme mejor sepultémoslo en el olvido.
Herbert J. Taylor La segunda reflexión es una de las más importantes declaraciones en la ética empresarial del mundo. Me refiero a la llamada "prueba cuádruple" sabiduría del ilustre e internacionalismo Club Rotario.
Esta, según sé, fue creada en 1932 por el rotario Herbert J. Taylor y consiste en cuatro preguntas.
El relato cuenta que a Herbert le solicitaron hacerse cargo de una compañía que se encontraba, a causa de la gran depresión que en esos tiempos azotaba a los Estados Unidos, en bancarrota.
J. Taylor buscó la manera de sacar a flote a esa empresa, y fue entonces cuando escribió un código de ética de 24 palabras (en el idioma inglés) en el cual absolutamente todos los empleados deberían apegarse al emprender sus quehaceres profesionales.
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Inequívoca prueba
Esta prueba cuádruple fue un faro para todas las áreas de la organización; desde ventas hasta el departamento de producción, pasando obviamente por recursos humanos y finanzas. Este precepto también sería la guía de todas las relaciones de los empleados con los proveedores y los clientes de la organización.
El resultado de aplicar esta sencilla, pero profundísima filosofía, fue el medio fundamental con el cual Taylor pudo desenterrar a la empresa. Y, hasta donde sé, esta prueba fue adoptada por el movimiento Rotario (sublime organización que mucho ha emprendido, por el mundo, por México y por nuestra propia comunidad saltillense) en el año de 1943 la cual, desde entonces, ha sido un código de honor de sus miembros, de fácil práctica diaria, para los distinguidos miembros de esa insigne organización.
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Las cuatro preguntas son:
1.- ¿Es la verdad lo que voy a decir?
2.- ¿Es equitativo para todos los interesados?
3.- ¿Creará buena voluntad y mejores amistades?
4.- ¿Será beneficioso para todos los interesados?
¡Que inteligente manera de guardar adentro lo que afuera hace daño, todo eso que asesina al alma sin matar al cuerpo! Esta prueba Rotaria es practiquísima: si el comentario que vamos a realizar pasa este examen cuádruple, pues es digno de manifestarse, pero si no es así, lo correcto es abstenerse de hablar; es decir: ¡habrá que callar para siempre! Con esto, estoy seguro, dejaríamos de desgarrarnos y agrietarnos, pues la mayor parte del tiempo estaríamos abrazando al mismísimo silencio. Consiguientemente, viviríamos en mayor armonía, pues aprenderíamos a dialogar, algo que la mayoría de los mexicanos aún no sabemos hacer.
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Mejor callar
Indudablemente, mejorar a México, empezando por nuestros pequeños jardines particulares, es nuestro deber (como lo hacen los rotarios).
Pienso que poner en práctica esta prueba de oro sería un magnífico comienzo, y claro que, principalmente, sería muy útil que la mayoría de los políticos la practiquen cotidianamente para evitar así decir tantas barbaridades, inclusive para prescindir de las abundantes estupideces que, sencillamente, insultan y lastiman a la gente. Al pueblo. A ti y a mí. A nosotros.
cgutierrez@itesm.mxv
Programa Emprendedor Tec de Monterrey