Haga un llamado a los padres para que tengan mejor comunicación con sus hijas...

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QUERIDA ANA:
Soy madre de tres hijos varones, así que nunca voy a sufrir en carne propia el problema que pueden tener los padres que tienen hijas mujeres. Desde luego que tenemos serios, importantes y a veces tremendos problemas con los hijos, no lo niego, pero me refiero al problema que tiene en estos momentos una sobrina mía, hija de mi hermana y chica de 16 años.
Mi hermana vino llorando hace poco más de una semana a conversar conmigo. Venía llena de aflicción y pena. Se echó en mis brazos y rompió a llorar tanto que no podía detenerse.
Cuando se calmó me contó que su hija menor, la que como le digo tiene 16 años, había quedado embarazada y sin contarle nada a ella ni a su papá ni a nadie de la familia (a mí que la quiero tanto o a otra tía o a su abuelita), había ido con alguien y se había practicado un aborto, pues el muchacho que es su "novio" le había dicho que ni esperara matrimonio, que lo único que podía esperar era que le diera dinero para un aborto, y que ella, ignorante y tonta (al fin tan joven), se sintió perdida y dijo que sí, y le pidió a una amiga que la acompañara.
Cuando mi hermana se dio cuenta de la situación, mi sobrina ya había abortado y fue cuando le contó a su mamá. Le habían practicado el aborto ese día y andaba enferma, dice mi hermana que se le veía pálida y débil. Mi hermana se la llevó con su ginecólogo y él le dijo que no estaba grave, pero que sí estaba bastante lastimada y que no se sabe si le traerá consecuencias físicas, además de las morales, tales como poner en peligro su fertilidad o alguna infección. Le dio medicinas y la puso en reposo por unos días. Pero un día la escuché decirles a sus hijas que si "salían con domingo siete, las mataba". ¡Pobre de mi hermana!
Yo traté de calmar a mi hermana. Ella es una buena mujer y sé que es buena esposa y madre. Ha enseñado a sus dos hijas y su hijo a ser gente de bien, pero en estos tiempos es difícil tener control sobre los hijos. No sabe uno con quienes se reúnen, qué clase de compañeros tienen en las escuelas o colegios, etc. Me duele mucho lo que les para a mi hermana y a mi sobrina.
Ana, ojala pueda decirles a sus lectores que vigilen a sus hijos, que los observen, que no los descuiden, que se enteren con quienes salen y a donde van. Yo estoy muy apesadumbrada con lo que le sucedió a mi sobrina y platicando con mi hermana le dije que me gustaría escribirle a usted para contarle lo sucedido, desde luego, sin nombres (además conozco su discreción y sé que no publicaría ningún nombre), para que se acerquen más a sus hijos y especialmente a sus hijas. Y que también los hijos e hijas se acerquen a sus padres en todo momento y en cualquier circunstancia. Dios la bendiga y le siga dando la sabiduría para ayudar a tantos como lo hace. CORAZON ROTO
QUERIDA CORAZON ROTO:
Lamento mucho que su querida sobrina tenga que aprender estas lecciones de la vida de manera tan difícil. El sexo no es diversión ni un juego. Puede causar muchos problemas iniciar la vida sexual a edad temprana. Puede traer un embarazo, una enfermedad venérea, SIDA, puede arruinar la autoestima más rápido que una bala veloz. Y una vez que se pierde la autoestima, puede tomar años recuperarla. Y también, como dijo el ginecólogo que vio a su sobrina, tener sexo sin visitas regulares a un ginecólogo, puede poner en peligro la fertilidad. Todo eso, además de las implicaciones morales, que son tremendas y duran toda la vida, especialmente cuando se recurre al aborto.
Su hermana y su sobrina necesitan hablar mucho. Ella y todas las madres que tengan hijos deben tener muy presente que son la principal fuente de amor y de apoyo de sus hijos. Y que deben cumplir con ese papel. Que su hermana le diga que la quiere, que siempre estará ahí para ella. Las hijas nunca deben pensar que su madre "las matarán" si le confiesan algún error, algún pecado. Que los hijos tengan la confianza y la libertad de acudir con su madre con TODO lo que les pase. Que sepan que son amados incondicionalmente. Los novios van y vienen, pero el vínculo madre-hija o madre-hijo, es para siempre.
El trabajo de una madre no es tanto enseñarle a un hijo o a una hija, como tender una cama, tener arreglada su recámara, estudiar, ser corteses, educados, generosos, o hasta también no tener sexo antes del matrimonio. Punto medular de la relación, es que los hijos sepan todos los días que su madre y su padre los aman sobre todas las cosas y que con toda confianza pueden acudir a ellos, donde encontrarán comprensión, respeto y sobre todo mucho amor.
Y enseñarles a los hijos a quererse y respetarse a sí mismos. Si una madre puede hacer estas cosas por sus hijos, ellos tendrán el poder para vivir la vida de una manera positiva.
En un mundo ideal, todos los padres serían accesibles, útiles y amorosos en las crisis de sus hijos. Si lo fueran, quizás no habría ninguna crisis. Pero ya que un mundo ideal no existe, siempre es bueno acercarse, en esos momentos a personas que pueden apoyar con discreción (que no es solamente guardar un secreto, sino que es rectitud, buen juicio para hablar y obrar, delicadeza y prudencia) y sobre todo con amor: Los abuelos, los hermanos, una buena amistad, un sacerdote, el ministro de la iglesia, etc.
Su sobrina necesita y desea tener la seguridad de que se le ama y aprecia incondicionalmente. Tal vez eso buscaba en ese muchacho que la embarazó.
Dios los lleve de su mano en estos momentos y siempre.
ANA