`Mujer: Sé feliz y ámate a ti misma.'

 

QUERIDOS LECTORES:

Se conmemora hoy el Día Internacional de la Mujer, y Día de las Naciones Unidas para los Derechos de la Mujer y la Paz Internacional, y, sin hacer a un lado, por supuesto, a los hombres, mi respeto para ellos, quiero dedicar esta columna a todas las mujeres del mundo.

En la historia de todas las naciones y de todos los pueblos se pueden evocar figuras de grandes héroes y heroínas que han sido sobresalientes en sus ideales, en su valor, en sus hazañas y en sus sacrificios. Y entre esas heroínas encontramos, envueltas en luces de gloria las figuras de mujeres que han inspirado o han contribuido a muchos triunfos o que en las derrotas han traído el consuelo y la esperanza, nunca la resignación.

Las mujeres debemos darnos cuenta dentro de nosotras, que poseemos un heroísmo que muchas desconocemos, porque, aunque no seamos abogadas, médicas, líderes empresariales, maestras, ingenieros, etc., en los momentos decisivos de nuestras vidas y de la vida de nuestros seres queridos -o aunque no sean tan cercanos-, demostramos una entereza y fortaleza que sorprenden.

Las proezas, la valentía de la mayor parte de las mujeres, siempre permanecen desconocidas. Para todas ellas, las que han dado todo por amor a su familia, por amor a su país, por amor a la Humanidad, un tributo justiciero por su abnegación, su entrega, su ejemplo. A todas esas mujeres que llevan dentro de sí, el germen del amor.

Pero este mensaje, lleva también una petición: Que además de ser seres humanos dedicadas a su familia, a su trabajo, a cualquier labor a la que le entreguen su tiempo y su afán, se amen a sí mismas, se cuiden, se instruyan, se mimen, que no pierdan de vista su salud, sus ratos de recreación y esparcimiento, en una palabra, se amen también a sí mismas.

Para todas ustedes, un fragmento del poema escrito por Patricia Lynn Reilly, y que tituló:

IMAGINATE A UNA MUJER QUE SE AMA A SI MISMA

Imagínate a una mujer quien cree que es bueno ser mujer.

Una mujer quien honra su experiencia y cuenta sus cuentos.

Quien rehúsa cargar con los pecados de otros en su cuerpo y en su vida.

Imagínate a una mujer que ha reconocido la influencia del pasado en el presente. Una mujer que ha caminado a través de su pasado.

Que ha sanado hasta el ahora.

Imagínate a una mujer que ama su propio cuerpo.

Una mujer que cree que su cuerpo está bien, así como es.

Quien celebra los ritmos y ciclos de su cuerpo como un recurso exquisito.

Imagínate a una mujer que tiene acceso a la gama entera de emociones humanas.

Una mujer que expresa sus sentimientos clara y directamente;

que permite que pasen a través de ella graciosamente como un respiro.

Imagínate a una mujer quien está interesada en su propia vida.

A una mujer que aprovecha su vida como si fuera su maestra, su curandera y un reto.

Quien está agradecida por los momentos ordinarios de belleza y de gracia.

Imagínate a una mujer quien es la autora de su vida.

A una mujer que confía en su intuición para saber lo que es mejor para ella.

Quien rehúsa retorcer su vida fuera de forma para alcanzar las expectativas de otros.

Imagínate a una mujer que participa en su propia vida.

A una mujer que afronta cada reto con creatividad.

Quien toma acción a su favor con claridad y energía.

Imagínate a una mujer que rehúsa devaluar su vida para que otros se sientan mejor.

A una mujer que trae a cada relación la plenitud de sus años, su experiencia y su sabiduría.

Quien espera que los demás sean retados y bendecidos con su presencia en sus vidas.

Imagínate a una mujer que valora a las mujeres en su vida.

A una mujer que se junta con círculos de mujeres

que le recuerdan su verdad cuando a ella se le olvida.

Imagínate a una mujer quien ha crecido en conocimiento y amor hacia ella misma.

A una mujer que se ha prometido fidelidad hacia su propia vida y capacidades.

Quien se mantiene leal hacia ella misma. A pesar de todo.

Imagínate a ti misma como esta mujer.

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Imagínense, amigas lectoras.

ANA