No nos cae el veinte

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Don Nazario González, del ejido Puebla, municipio de Saltillo, posee junto con su familia una plantación de maguey de más de 80 hectáreas. En una ocasión me comentó en su puesto de venta de aguamiel en las afueras de Saltillo, en la carretera a Torreón, que recuerda una helada cuando era niño. No sabe cuántos grados bajo cero, pero sí que el agua se congeló en los estanques, y que el ganado se paraba sobre el hielo y no se quebraba a pesar de que los animales caían.
A unas semanas de la helada más drástica que hemos sufrido en la Comarca Lagunera con temperaturas entre menos 8 grados centígrados y hasta menos 12, según la ubicación en La Laguna, he oído asegurar a personas en la ciudad que los termómetros de sus casas marcaban 10 bajo cero. A dos semanas y media de que empiece la primavera los árboles que corresponden a estas tierras semidesérticas empiezan a echar brotes. Están reverdeciendo los fresnos, las lilas, las higueras, los mezquites, los huizaches, los cítricos y las moras, de tal suerte que cuando se termine la época del invierno sabremos qué árboles sobrevivieron. Los menos dañados son, por ejemplo, los troenos, los olivos y los algarrobos.
La baja temperatura de hace unas semanas se manifestó al principio con averías en la infraestructura hidráulica de las viviendas en La Laguna. Las tuberías se reventaron; por varias partes había "fuentes de agua", en los días posteriores a la baja de los termómetros. Las bombas de agua y los hidroneumáticos se descompusieron. Las ferreterías "hicieron su agosto"; se acabaron los materiales para reparación. Como nunca, los plomeros no se daban abasto y nos peleábamos para que nos atendieran primero. No importaba cuánto cobraran, urgía tener agua en las llaves y en las regaderas de nuestras casas. Los jardines en los siguientes días empezaron a evidenciar el daño. La flora de las calles igual.
Después del asombro los desarreglos fueron reparados. La inercia del trajín cotidiano volvió y ahora hay que podar las plantas y las ramas de los árboles que se murieron. Hay muchas hojas en el suelo. En la medida que no todos levantan las hojas secas hay mucha basura y el polvillo ya está provocando alergias a los laguneros. La gente espera el brote de los laureles de la India, los ficus y los pingüicos, pero muchos de ellos murieron. La helada ocasionó que difícilmente hayan sobrevivido algunas de esas especies existentes en los parques y plazas públicas.
Lo más preocupante es la invasión de la venta de dichos árboles en diferentes puntos de la ciudad sin la más mínima conciencia de que no son propios de estos climas, ni de su alto consumo de agua, en una zona en la cual se carece del vital líquido. Ya se empezó la reforestación con estas especies. No aprendemos. Lo más grave es que no sabemos apreciar las especies de nuestras tierras y tampoco nos preocupa que cada día tengamos menos agua.
La llamada de la naturaleza es una nueva oportunidad para aprender a respetarla. Debemos tener mucho cuidado con el tipo de árboles que plantemos. El doctor Francisco Valdés Perezgazga me invitó a tener cuidado con el tamarix, el eucalipto y la casuarina, por ser especies exóticas e invasoras, prohibidas desde el año pasado por la Ley General de Vida Silvestre. Recalcó el ambientalista: ".precisamente por su aguante a todo, y su capacidad de encontrar agua, es lo que las hace peligrosas y nocivas. Los pinabetes se han salido de control, los puedes ver invadiendo aguajes en la carretera Torreón-Saltillo, en algunas partes del camino a la Flor de Jimulco y en sitios aislados del Cañón de Fernández. El pinabete tamarix es una pesadilla en el río Colorado y en el Bravo".
En contraparte, en Arizona, por ejemplo, cuando se planea establecer un nuevo jardín, el Departamento de Agua de las ciudades supervisa que la flora sea nativa. Instala un sistema de agua potable que posibilite el establecimiento de las especies propias de esta zona semidesértica, y después la vegetación sólo recibe el agua que la naturaleza le provee. Esto es posible porque la ley así lo especifica, no queda a la voluntad de los ciudadanos el cuidado del agua, ni la reforestación de las viviendas ni de los paseos públicos.
Tomemos conciencia ecológica: el tiempo es implacable, el agua es un recurso no renovable, vivimos en el semidesierto. ¿Hasta cuándo nos caerá el veinte de que hay que reforestar con especies propias de estas regiones?
jshvelez@hotmail.com