`Mi hija no quiere mudarse conmigo a otra ciudad, no sé qué debo hacer.'
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QUERIDA ANA:
Soy una mujer divorciada, tengo 44 años y tengo dos hijas adolescentes de 14 y 15 años. Hace dos meses acepté la proposición de matrimonio de un hombre al que conocía hace dos años y es maravilloso. Tengo comprobado que es honrado, trabajador, gentil con todos, de excelente carácter, es además bien parecido y tiene muy buen trabajo, excelentemente pagado. Él quedó viudo hace cinco años, pues su esposa falleció en un accidente cuando iba en un auto con su hermana y su cuñado. Solamente ella falleció y la hermana y el cuñado tuvieron que permanecer en un hospital durante dos semanas. No tuvieron hijos y él nunca ha sido de los que salen con una y con otra. Es serio y responsable.
El problema es que trabaja para una compañía que tiene su matriz en otra ciudad. Se trata de una ciudad muy hermosa de nuestra República, más grande, bonita y mejor que donde vivimos. Con mi hija menor no hay problema, pero mi hija de 15 años no quiere ni siquiera discutir la posibilidad de mudarnos. Yo entiendo que el cambio puede ser duro para ella, pero es una menor y yo tengo la patria potestad y no quiero dejarla.
Me dijo mi hija que ha hablado con su padre sobre irse a vivir con él si nosotros nos vamos a la otra ciudad, para no dejar a sus amigas y la escuela. Yo no quiero dejarla con él porque es alcohólico y hasta la fecha no ha aceptado irse a rehabilitar. La razón por la que nos separamos fue porque él era físicamente abusivo conmigo y porque nunca hizo lo posible por recibir ayuda. Hasta que ya no pude y me separé.
La situación está tensionando la relación con mi novio y estoy viendo que la única opción sería esperar a que mi hija terminara la preparatoria y dejarla con mi hermana menor que me ha dicho que la niña se puede quedar con ella y que no va a sentirse mal, porque las dos se quieren mucho y mi hermana tiene una niña de 11 años. Pero eso sería cuestión de esperar cuando menos dos años y pueden suceder muchas cosas.
Además, en esa ciudad me ha ofrecido mi novio que las inscribiría en el mismo colegio que ahora están, así que no habrá mucho cambio en cuanto al sistema docente. Él nos está poniendo todo en charola de plata para que no tengamos problemas.
No sé qué hacer. ¿Me puede dar un consejo, por favor? Mil gracias.
DESEANDO LA FELICIDAD
QUERIDA DESEANDO
LA FELICIDAD:
Usted es la persona adulta. El momento de aceptar la proposición de matrimonio y mudarse, es ahora, antes de que su hija se establezca socialmente en la preparatoria.
Ella debe mudarse con usted y su hermana. Dígale que hagan la prueba durante un año y que pasado ese tiempo verán otras opciones y será el momento de discutir otros arreglos. Casi podría asegurarle que en ese tiempo ella va a adaptarse y a sentirse bien en su nuevo ambiente. Así lo deseo sinceramente.
ANA
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QUERIDA ANA:
Estoy viendo que cada vez es más grave la declinación de la familia tradicionaly eso es alarmante y triste. Volteo a mirar a mi alrededor y veo lo mismo por todas partes, tanto en familias de buena posición económica como en familias de escasos recursos.
¿Será la televisión? ¿Serán las drogas? ¿Será lo difícil que está la economía? No sé a qué se deberá, pero está sucediendo y de verdad que eso me entristece y me preocupa. ¿Usted qué piensa sobre eso?
BRANDO
QUERIDO BRANDO:
Efectivamente, al menos en Estados Unidos y en muchos países europeos ya parece inevitable la declinación de la familia tradicional. Incluso en nuestro país, hace años está experimentándose este fenómeno que solíamos atribuir a los extranjeros.
No podemos pelearnos con la realidad y es un hecho que las relaciones familiares son menos y menos afectivas de como solían ser. Muchos factores han influido para deteriorar la institución de la familia, y todos ellos emanan de la vida moderna, pero la situación es que la familia, como se conoció hace algunas décadas, está ya siendo cosa del pasado. El amor entre los hermanos está cayendo a niveles alarmantes, y desafortunadamente también ocurre entre padres e hijos y así mismo entre los matrimonios. Como dice usted, es triste y alarmante, y lo único que podría salvar esta situación es que nos acerquemos más a Dios. Es mi humilde opinión.
ANA