Cobrarse a lo chino, o cobrarse a lo cochino

Opinión
/ 16 noviembre 2011

La cruda realidad es que, tras la orgía presupuestal de HMV, lo único claro es que el Estado debe hasta la camisa

Dice un refrán que hay tiempos de tronar cohetes, y tiempos de recoger varas. Esto quiere decir que, por azares del destino, en unas ocasiones vivimos con holgura o en la abundancia, y en otras hay que adaptarse a la falta de las demasías para salir adelante.

En tiempos adversos, las medidas de austeridad aplican no solamente a las economías familiares, empresariales o de otra índole sino también, y con mayor razón, a las gubernamentales, en todos sus niveles.

Durante cinco años, el exgobernador Humberto Moreira gastó a un ritmo enfebrecido recursos que en todas las administraciones anteriores hubieran sido inimaginables, y hasta adelantó presupuestos antes de irse en enero pasado a ocupar la Presidencia nacional priísta.

Puentes, vialidades, hospitales e infraestructura educativa, así como infinidad de programas sociales que caducaron con el sexenio -tarjeta, zapatos, uniformes, agua, seguro escolar y farmacias de la gente, entre otros- hicieron pensar que Moreira era un extraordinario administrador, porque le alcanzaba para todo y además siempre tenía disponibilidad económica para emprender las acciones que quisiera, o que le pidieran al botepronto en sus largas audiencias de banqueta.

Pero no. No hubo tal extraordinaria administración. La cruda realidad es que, tras la orgía presupuestal humbertista, lo único claro que le queda a la población es que por esas obras y programas, el Gobierno Estatal debe hasta la camisa al haber contratado una estratosférica deuda, y lo grave es que parte de ella se contrajo mediante la utilización de documentos falsos, presentados como avales ante la Secretaría de Hacienda.

Los coahuilenses, a los que nadie consultó para saber si estaban o no de acuerdo con el endeudamiento, son los que van a pagarlo, y con creces, puesto que no se fijó temporalidad al alza generalizada de impuestos y derechos, nuevos o ya vigentes, aprobados por el dócil Congreso. Hasta quienes resultaron beneficiados con los programas sociales van a devolver en contribuciones el costo de lo que recibieron.

Cual moderno "santanismo" (el vendepatria Antonio López de Santa Anna cobró impuesto por tener mascotas, puertas y ventanas), ahora se va a tener que pagar por entrar a los parques y museos; por plaquear no sólo automotores, sino hasta bicicletas, y por servicios que preste el gobierno, además de que se elevaron sustancialmente los costos de licencias, ISN, servicios y trámites. En una palabra, se gravó todo lo susceptible de ser gravado.

Este desesperado zarpazo recaudatorio evidencia que la siguiente administración iniciará en el borde de la bancarrota, y que así continuará algunos meses hasta que empiecen a fluir los recursos frescos suficientes para cumplir algunas de las múltiples promesas de campaña, entre las que destacan la puesta en marcha de la tarjeta "más mejor", y la reactivación de programas sociales ahora desechados.

Pero. ¿por qué el pueblo tiene que pagar errores o corruptelas de otros? ¿Por qué le cobran no a lo chino, sino a lo cochino, por acciones que se adjudicó y que sirvieron de lucimiento al exgobernador Humberto Moreira? Si el problema de la megadeuda se originó en el Gobierno, es en el Gobierno en donde debiera haber mayor disposición para salir del bache, y que la justicia se encargue de los depredadores.

Hasta el momento, el próximo Ejecutivo coahuilense no ha manifestado, por ejemplo, que en solidaridad con los contribuyentes, él y sus secretarios no cobrarán sueldo durante 2012, y que de subsecretario a subdirector, serán reducidas las remuneraciones en porcentajes no mayores al 50%, ni menores al 20%. Los integrantes de los poderes Legislativo y Judicial, también deberían solidarizarse con el pueblo.

Moreira tampoco ha propuesto que sean "congeladas" las dobles y hasta triples plazas de los maestros "comisionados", o disminuir en un 50% la compra de bienes y servicios, particularmente los vehículos de lujo.
Eliminar el gasto del celular o la dotación de gasolina, es una ridiculez comparadas con los altos salarios que se pagan en el Gobierno de Coahuila, inclusive a mecanógrafas y cargamaletines, llamados pomposamente asistentes.

El ya casi Gobernador crea dependencias que se atiborrarán de "su" burocracia -¿para eso están despidiendo a tanta gente?-, en lugar de desaparecer, bajar de rango o fusionar a las que han probado poca o nula utilidad, como la SFP, Turismo, Fomento Agropecuario, Medio Ambiente, Desarrollo Regional de La Laguna y SATEC; reducir el número de subsecretarías y adelgazar al máximo los numerosos organismos públicos descentralizados.

Sería algo así como un plan de choque "a la coahuilense", con duración de 12 meses. Para el futuro Gobierno del Estado, el siguiente año va a ser tiempo de recoger varas, y no puede ir en sentido contrario al pueblo, que es el menos culpable de la situación. En este juego de perinola, todos tienen que poner.

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