Mochos

Opinión
/ 2 octubre 2015

El PAN no entiende de sus errores porque acaso nunca le ha interesado un cierto proyecto de nación

Irrelevante es el resultado de la elección del candidato presidencial del Partido Acción Nacional -partido que huele a sacristía, mirra y mortaja- a la Presidencia de la República. El mejor análisis al respecto lo publicó días antes aquí en VANGUARDIA, el mejor cronista político, el poeta Alfredo García Valdez. No voy a repetir sus argumentos, pero si desplumaré de nuevo a los ingenuos panistas. "Mochos", les decíamos en mis mocedades.

Así lo han demostrado de nuevo.

La mano macilenta detrás del PAN, una vez más se ha demostrado, es la Iglesia Católica y los cresos, los obesos y opulentos empresarios. No es nuevo, pero ahora se ha evidenciado con todo su poder y podredumbre. Creen en Dios -así lo dicen y pregonan-, se persignan y dicen sus mantras en la mañana, sólo para comportarse como paganos todo el día. Va a misa de ocho de la mañana o de 12, se dan la "paz" los domingos, pero el lunes les escamotean a sus empleados el salario justo. Así son, así van a seguir siendo.

El mejor análisis sobre el PAN, siguen siendo unas líneas devastadoras publicadas por un intelectual, un clásico ya, don Daniel Cosío Villegas, quien les desnudó allá por 1946. Escribió con pluma flamígera: "México Puede y Debe Tener. una fundada desconfianza hacia un partido. que no ha sabido forjar en el ayuno de la oposición, un programa claro, ahora sí que de acción nacional, y que no dé la sensación reconfortante de que marcha hacia un nuevo día, y no hacia la noche, ya muerta y callada."

Vamos hacia la noche muerta y callada. Días antes de las elecciones internas en el PAN, Josefina Vázquez Mota recomendó a sus seguidores y fieles, "ir a misa de ocho" y luego a votar por ella. Uf. Pero como al final de cuentas no cree en Dios y menos en su partido, el cual pone en prácticas todas las mañas y triquiñuelas del PRI, pero sin talento ni sentido, formó un ejército de "defensa del voto." ¿Pues no que ellos son demócratas y tienen las manos limpias?

Y en una grabación telefónica filtrada a los medios de comunicación (¿así o más claras las estrategias del PAN calcadas al priísmo más indeseable?), le ladró, colérica e intolerante, "patán", al candidato oficial de Felipe Calderón Hinojosa, Ernesto Cordero, "Mr. Been." Acabemos ya esta triste charada con Josefina: cuando Cordero desnudó su pobreza de diálogo, debate y trabajo legislativo (participó sólo en 6% de las votaciones como diputada federal), Vázquez Mota se escudó. en un panegírico pronunciado hacia ella por Felipe Calderón.

Esquina-bajan

Es intrascendente el resultado de la elección interna del PAN rumbo a la Presidencia de la República. Apocado, pero con todo el aparato oficial en sus espaldas empujándolo, Ernesto Cordero se dedicó a minar a Vázquez Mota de todas las formas posibles; claro, usando las marrullerías priístas. Si bien, acaso un poco más práctico, Cordero sabe bien que la Divina Providencia no baja a votar jamás, por eso tenía un equipo de taqueros electorales, todo mundo se dio cuenta y justo antes de la elección, ante él y su equipo en el CEN del PAN, fueron interpuestas tres quejas legales por "delitos electorales."

Cordero se vanaglorió en su momento de una cosa: él fue uno de los artífices (la otra pinza fue un grupo periodístico identificado con la derecha macilenta) de la caída de Humberto Moreira, del PRI nacional.

¿Entonces su posición privilegiada como Secretario de Hacienda le permitió el manejo discrecional de información con motivos políticos? Si él pudo hacer esto, ¿también grabó y filtró la llamada ilegal donde Josefina lo tilda de "patán."?

El PAN no entiende de sus errores por que acaso, nunca les ha interesado un cierto proyecto de nación y el bienestar de esos, sí, nosotros, los jodidos que no vivimos en residencias climatizadas. El PAN tiene tres fuentes identificables: la Iglesia Católica, los empresarios y la crítica machacona al PRI de corruptos.

Letras minúsculas

Hoy y como siempre, acaso se van a quedar sólo con la primera. Ir a misa de ocho y luego, explotar a sus sirvientas.

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