`¡No desistas!, Estas simples palabras me ayudaron a cumplir uno de mis objetivos.'

Opinión
/ 2 octubre 2015

QUERIDA ANA:

Hace algunos años, como 10 o más, publicó usted una carta de una mujer que quería hacer una carrera universitaria pero tendría que hacerlo con menos carga de estudios porque tenía un trabajo de tiempo completo y de esa manera tendría creo que dijo que como  46 años cuando lograra terminar su carrera.

Usted le contestó algo que me iluminó, me dio ánimos y mucha "cuerda". Le dijo que de todas maneras alguna vez iba a tener 46 años y que no dejara que eso la desanimara. ¡No desistas! Fue la frase final que le dio.

Cuando leí esa columna tomé la decisión de regresar a la escuela. Cuando tenía 19 años dejé la universidad, volví un año después y una vez más la abandoné, solamente terminé dos semestres. Yo sabía que tenía la suficiente cabeza para lograr hacer una carrera y me apenaba que no hubiera podido continuar, así que a los 37 años fui a una de las universidades que hay en la ciudad donde vivo, hablé con un consejero, estaba llena de temores, no sabía ni qué hacer, cómo inscribirme o cuáles clases iba a tomar.

Pero todo se fue arreglando y regresar a la universidad fue lo mejor que pude hacer. Mi mente se abrió a ideas innovadoras  y mi autoestima y la confianza en mí misma, mejoraron. También temía ser una persona mayor entre tantos jóvenes, pero no me sentí mal, ellos fueron hermosos conmigo y yo tenía una riqueza de experiencia personal y aunque tenía que organizarme con el tiempo y estudiar bastante, no batallé para sacar buenas calificaciones.

Estuve en la facultad durante casi cinco  años pero me gradué con honores  cuando rozaba los 42 años de edad. Mi esposo, mi hijo, su novia, mis padres, mis hermanos y esposas o esposos, en fin, toda mi familia, estuvieron conmigo en la ceremonia de graduación. En esos momentos me sentí más orgullosa de mí que nunca.

Ya tenía un buen trabajo, pero desde que me gradué me han ascendido una vez y acaban de avisarme que van a hacerlo otra vez. Estoy tan feliz que he decidido estudiar la maestría aunque tenga medio siglo de edad cuando la termine.

Quiero agradecerle por ser la inspiración para que yo lograra lo que ahora he logrado. Nunca he olvidado sus palabras: ¡No desistas! Mis bendiciones para usted.

GRADUADA A LOS 42
 
QUERIDA GRADUADA

A LOS 42:

Las cartas como esta tuya son unos de los capítulos más valiosos de mi vida. Que lo que les diga inspire a alguien a avanzar en cualquier sentido, a aliviar una pena o un dolor, a corregir algún desvío, a desarrollar una hermosa afición, o cualquier cosa buena que pase en sus vidas, traen a mi existencia una enorme dicha.
Recibe una cálida felicitación por tus logros y tus éxitos. Los has ganado tú.

ANA
 
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QUERIDA ANA:

Mi papá es músico, ya está retirado, pero fue muy buen baterista y también tocaba muy bien la guitarra. Trabajó mucho en conjuntos importantes y durante muchos años formó parte delos músicos que acompañaban a un artista muy conocido, muy exitoso e importante. A él no le gusta que digamos donde trabajaba, por eso no menciono nombres.

Sin embargo, le contaré algo que él nos ha contado a nosotros en familia. Nos platica papá que ellos nunca estaban en los camerinos de aquel cantante, pero que un día él lo llamó para darle unas indicaciones y ya era la hora en que debían salir a escena. Entonces esa noche,  ese artista cantante y comediante tan lleno de fama se dirigió para salir a escena un momento antes de que él corriera a tomar su lugar en el conjunto, y vio que tomaba de debajo de su camisa una cadena de donde colgaba una cruz y un como relicario donde seguramente traía un retrato de su mamá, porque decía: "Dios, ayúdame, y tu mamacita, que siempre me decías que era yo era una estrella, no permitas que lo olvide",  y luego se dijo a sí mismo: "Soy una estrella, soy una estrella", y  aquello lo repitió besando el retrato de su mamá varias veces. A mí eso me parece que lo hacen personas muy sensibles y no piensa uno que esas gentes sientan así, pero son como todos, temerosos y sensibles, ¿verdad?

MIRANDO LAS ESTRELLAS
 
QUERIDA MIRANDO LAS ESTRELLAS:

Sí, hasta las personas que parecen tenerlo todo y tener el dominio de su arte y de  su público, necesitan darse ánimo. Además, Dios no nos abandona cuando nos ponemos en sus manos, y nuestros padres jamás dejan de protegernos. Esto último así lo siento yo. Gracias por relatarnos esa delicada y sentimental  historia.

ANA 

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