Nulos e independientes, decisivos
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Manuel Camacho Solís
Coordinador del Diálogo para la reconstrucción de México
Las próximas elecciones no son -no deben ser- una elección más. Son la última oportunidad que tiene nuestro país para establecer un orden político que nos permita resolver por vías pacíficas nuestras diferencias y ofrecerle a la sociedad una alternativa de solución a los graves problemas que enfrenta. Sin un Estado fortalecido y unas instituciones saneadas y respetadas, seguiremos en el estancamiento o en una franca descomposición. La paz y el desarrollo pasan por la necesidad de reconstruir las instituciones y de fortalecer al Estado democrático.
México tiene muchos problemas: la desigualdad, la miseria de la mitad de su población, los bajos niveles educativos, la corrupción, la baja productividad, el peso excesivo de los grupos de interés, la falta de oportunidades para los jóvenes, los muy altos niveles de violencia. Hay uno, sin embargo, que es el fundamental. Es el debilitamiento de la autoridad, del Estado, del prestigio de las instituciones. Es el fundamental porque en parte explica a los otros, pero sobre todo porque la solución de los demás está condicionada a la solución de éste. El desarreglo del Estado es la expresión de la enfermedad y, su regeneración, la condición necesaria para iniciar una ruta de solución efectiva y duradera de los grandes problemas nacionales.
Es con votos como se puede cambiar y mejorar. Las otras vías, o no son viables, o acelerarían el deterioro, o de todas maneras regresarían a la impostergable necesidad de sanear y arreglar la política. En el año uno, en el año cinco o en el año 10, la viabilidad y la recuperación de México pasa por la vía de reformar, refundar o reconstruir sus instituciones.
Si en la actual coyuntura internacional e interna que vive nuestro país, el voto es así de importante, entonces el desenlace de esta elección será decisivo. Si los resultados abren la posibilidad de las reformas, los problemas no desaparecerán, pero habrá una vía de solución para quienes gobiernen y una esperanza para la población.
La elección la van a decidir los independientes, los indecisos y sobre todo los núcleos más conscientes de la sociedad. Está medido que así será. Si participan, ellos deciden. Si no participan, también su acción será decisiva. Y si participan por la vía de anular su voto, también su decisión tendrá una consecuencia inmediata. Consolidarían el triunfo del puntero.
El peso de los independientes seguirá creciendo conforme continúe cerrándose la brecha entre el candidato puntero y quienes lo siguen. Quienes no voten o anulen su voto, favorecerán a las maquinarias electorales sostenidas fundamentalmente con dinero.
Si se deciden a votar, cambiarán el desenlace de la votación. Decidirán. Y colocarán al país en una mejor ruta a partir de los meses siguientes a la elección. Por el momento en el que se vive, más que votar por uno u otro partido, se está votando por: o continuar con el statu quo y la inercia; o por abrir un camino de reformas y acuerdos que ha estado cerrado y que difícilmente se abrirá si, dentro del régimen, no se modifica la correlación actual de fuerzas.
El dilema para quienes consideran anular su voto es complejo. Si pensaran que un partido o un candidato responden a lo que ellos reclaman, no estarían pensando en anular su voto. Pero si lo anulan, no pueden dejar de asumir la consecuencia de que su acción estaría favoreciendo al PRI o al PAN. Podrán decir que los partidos de izquierda no los satisfacen, y tienen razones sólidas que respaldan su juicio, pero lo que ellos ni ninguno podemos ignorar es que un poder de cambio disperso es débil, un momento que se desperdicia difícilmente se repite y que, por el contrario, la consolidación de una fuerza hegemónica producto de un pacto de intereses debilitaría más aun la opción del cambio. Hay que votar para que, después de julio, se abra un proceso político que recupere la transición, favorezca la reconciliación y permita integrar un gobierno de unidad nacional sensible, efectivo y honesto.
El Universal