¡Cómo ha cambiado todo!

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En la cocina del rancho le digo a don Abundio que estoy muy preocupado por la inseguridad que priva en el País. Exclamo con tono atribulado:
-¡Cómo ha cambiado todo!
El socarrón viejo se asoma a la ventana. Socarrón digo, por temor a la hipérbole si digo "el sabio viejo". La verdad, sin embargo, es que don Abundio tiene la sabiduría que dan los años bien vividos y -en estos momentos- el vino bien bebido.
Como si hiciera un inventario, don Abundio va enumerando lo que ve.
-Ahí está la luna -dice-. Las estrellas ahí están. Ahí está el cerro. Por donde siempre va el arroyo. Allá se oyen las voces de los niños. La casa sigue en pie. Y aquí estamos nosotros, licenciado. ¿Por qué dice que todo ha cambiado? No ha cambiado nada.
Callamos. Va muriendo la llama en el fogón. La oscuridad me ayuda a ver mejor las cosas. Y pienso que -bien vistas las cosas- es muy cierto: aunque haya cambiado mucho no ha cambiado nada.
¡Hasta mañana!...