Desesperante pasividad ante los vándalos

Opinión
/ 2 octubre 2015

Fue una traición histórica de la política, de lo cual no tienen la menor idea los vándalos anarquistas.

Indignación general causa el grupo de no más de 70vándalos que a partir del 1 de diciembre pasado ha agredido con extrema fierezaa los granaderos, además de causar destrozos en la UNAM, sin ser sancionado. Ellunes arremetió esa pandilla por el halconazo de 1971, sin conocer la realidadde aquel suceso.

Consta a millones de televidentes que en por lo menostres ocasiones los sujetos comandados por Carlos Esteban Jiménez, afiliado alPT y presunto activista de Andrés Manuel López Obrador, han atacado a lapolicía y después se quejan de la inexistente represión.

El día de la toma de posesión del presidente Enrique PeñaNieto, al autollamado grupo anarquista se unieron los diezmados individuos del#YoSoy132 y el desplazado sindicato de electricistas, habiendo atacado acontingentes policiacos, dirigiéndoles un autobús a elevada velocidad. Fue unintento de homicidio colectivo que el gobierno capitalino y el federalignoraron.

El 24 de abril pasado, los mismos individuosincursionaron en la Rectoría de la UNAM, en protesta porque fueron dados debaja estudiantes universitarios reprobados de Naucalpan. La cuantía de losdaños fue de varios millones, sobre todo en el despacho del rector José Narro,pero ni él ni ninguna autoridad procedió contra los facinerosos.

El 1 de mayo anterior, tales anarquistas arribaron aTelevisa-Chapultepec e, incitados por una mujer llamada Julia Klug, agredieroncon hierros, palos, piedras y bombas molotov a los granaderos. Éstos soportaronlos embates por instrucción de sus jefes. Los agresores, encapuchados ocubiertos de los rostros con pañuelos, se dieron vuelo con hierros empuñados,lanzándose contra los uniformados. Procuraban pegarles en cabezas y pies. Escenassimilares se repitieron el lunes en el Zócalo capitalino. Los granaderos sedefendieron con sus escudos, pero no contraatacaron y ello desesperó a lostelevidentes, quienes se preguntan: ¿por qué la pasividad oficial? Si estáctica política denota temor e indecisión en el mando.

No se trata de causar daño a los manifestantes, pero síde impedir los ataques arteros, a mansalva, a una policía pasiva que con suactitud causa pena.

IGNORAN ESTEBAN JIMÉNEZ, Uriel Sandoval y Román Borrego,entre otros anarquistas, que lo sucedido el 10 de junio de 1971 se debió a unatrampa del presidente Luis Echeverría para despedir a Alfonso MartínezDomínguez (AMD) como jefe del Departamento del DF.

En esa ocasión, Echeverría invitó a comer en Los Pinos aMartínez Domínguez, al gobernador mexiquense Carlos Hank González y al titularde Recursos Hidráulicos Leandro Rovirosa Wade para una supuesta revisión delagua a nivel nacional.

Echeverría se dirigió varias veces a un teléfono privado,dentro de la residencia presidencial, a hablar con el jefe de la policíacapitalina, Rodolfo Flores Curiel, a quien instruyó para hacer vallas conpolicías preventivos al grupo paramilitar "Halcones", a fin de que éste tuvieravía libre y agrediera a estudiantes normalistas en la Calzada México-Tacuba.Así sucedió.

Cuando Martínez Domínguez salió de Los Pinos no sabíanada del ataque artero. Era un Jueves de Corpus y, en un restaurante deChapultepec, los reporteros de la "fuente" del DF celebrábamos el onomástico dedon Manuel Buendía, comunicador entonces de AMD.

Estalló el escándalo. De todo se culpó a AMD y"Ovaciones" de la tarde cabeceó así: "Halconazo". El regente recibió órdenesdel propio Echeverría de hacer un mitin grandioso de apoyo a su gobierno. Altérmino de ese evento, Echeverría indicó a AMD que para atender a su esposa ehijos presentara su renuncia como jefe del Departamento del DF.

Fue una traición histórica de la política, de lo cual notienen la menor idea los vándalos anarquistas.

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