AHÍ VIENEN LOS RAMALAZOS
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A nadie nos gusta pagar impuestos, pero el malestar crece cuando vemos la ineficiencia y la corrupción del gobierno
Ramalazo: Sacudida, golpe o arrebato repentino y pasajero. Se aplica al golpe de un látigo o rama; esta palabra era utilizada con cierta frecuencia por nuestra madre. En este caso, la referimos para mencionar al alud de impuestos que, por cortesía de los preclaros legisladores morenistas y comparsas, vamos a recibir iniciando el año. Veamos una muestra de lo que viene.
Primer ramalazo: De los numerosos gravámenes en puerta, menciono el que va a repercutir en el precio de los refrescos, producto que es fuente de calorías para amplios sectores de la población; una coca acompañada de unas frituras es la comida diaria de muchos mexicanos. Este impuesto es un gancho al hígado a las masas y tiene una demanda inelástica; es decir, que, aunque el precio aumente, su consumo sigue siendo el mismo.
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Segundo ramalazo: Está etiquetado para la clase media, que todavía puede comprar un seguro de gastos médicos mayores, y digo todavía, porque, además de los incrementos “normales” de cada año, ahora nuestros legisladores tuvieron la ocurrencia de eliminar la deducción del IVA a las aseguradoras, las que habrán de trasladar ese impacto a sus clientes, lo que implicaría un aumento adicional en el precio de las pólizas. ¿Qué pasará con la iniciativa de Jericó Abramo, que pretendía ponerle lupa a este sector, el cual, por cierto, cuenta con un gran despliegue de cabilderos para aceitar sus intereses?
Tercer ramalazo: Este latigazo golpea a los ahorradores, pues a partir de enero del próximo año, en vez de pagar el 0.5% de impuesto sobre los intereses devengados por sus ahorros, tendrán que apoquinar el 0.9%; es decir, el módico aumento del 80%. Esto desalienta el ahorro, afecta la inversión y podría ocasionar fuga de capitales. Esta medida tiene también dedicatoria para la clase media, principalmente.
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A nadie nos gusta pagar impuestos, pero el malestar crece cuando vemos la ineficiencia y la corrupción del gobierno, lo que explica las palabras de Milton Friedman, cuando dijo que si el gobierno administrara el desierto del Sahara, este se quedaría sin arena.
Cuarto ramalazo: Los aranceles impuestos a varios países, entre ellos algunos de Asia, y con dedicatoria especial a China, habrán de traducirse en mayores precios para el consumidor. La versión oficial señala que esta medida se tomó para proteger nuestra economía de la competencia desleal. La versión no oficial es que las presiones de Trump son las responsables de este viraje en la política comercial mexicana, que se había distinguido como una de las más proclives al libre comercio. El gobierno mexicano no reconoce que existan estas presiones; sin embargo, la realidad dice otra cosa. Asimismo, la coyuntura favorece a los estadounidenses, ante la proximidad de la revisión del T-MEC, donde nuestro país tiene muchas debilidades.
Hay que ver en qué medida serán impactados los precios, ya que de China importamos desde autos y sus partes, ropa, calzado, juguetes, productos de acero y de plástico, y otros más. Basta con ver en cualquier tienda, ya sea de tamaño grande o mediano, la cantidad de artículos procedentes de China, desde un coche BYD hasta una cebolleta para la regadera, piezas de plástico de uso cotidiano, sin olvidar los insumos que sirven de materia prima a un buen número de empresas mexicanas.
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En el ámbito local, de no haber sorpresas, parece que no vienen muy afilados los dientes, salvo por el aumento en las multas en los delitos ambientales, con aumentos hasta del 400%. Esperamos que el impuesto predial venga con los incrementos normales. Además, como en 2026 no se cobra el laminado —que ha sufrido fuertes incrementos—, tenemos un respiro relativo.
¿Qué hacer? Por lo pronto, disfrute los días que le quedan al año y, después, a prepararnos para tratar de esquivar, hasta donde sea posible, los ramalazos que vienen a partir del 1 de enero.