MIRADOR

Opinión
/ 2 octubre 2015

Se llamaba Garland, y era el mejor arquero que tenía el rey.

El soberano era muy joven todavía. Antes, quizá, de tiempo había heredado la corona de su padre. La gente murmuraba que su inexperiencia lo hacía vacilar ante los arduos asuntos de su cargo.

Un día el monarca le preguntó al arquero:

-¿Cuántos tiros sueles fallar, Garland?

Respondió el hombre:

-Su Majestad: de diez tiros que hago a veces fallo uno. Pero de los tiros que no hago los fallo todos.

El rey entendió lo que el arquero le decía, y supo entonces que en cosas de buena vida y buen gobierno el peor tiro no es el que se falla, sino el que no se hace.

¡Hasta mañana!...



TEMAS

COMENTARIOS

NUESTRO CONTENIDO PREMIUM