La realidad de México a la vista
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El paso de los meteoros, "Manuel" e "Ingrid", mostraron al México que la mayoría no conocíamos: Poblaciones de viviendas paupérrimas, de pobreza extrema, sin escuelas ni hospitales, falta de agua potable y ahora con puentes rotos y carreteras destruidas.
Cuanto hagan el gobierno del presidente Peña Nieto y los mandatarios estatales en la reconstrucción no aliviarán ni en mediana medida los dramas sufridos por más de un millón de damnificados.
No hay reporteros suficientes para informar cuanto sucede en cada comunidad afectada o describir el dolor de familias angustiadas que lo perdieron todo y cuyas voces, principalmente de Oaxaca y Guerrero, resuenan entre Yucatán y Sinaloa.
"Perdí a mi esposa y a mi mamá, mis tres hijos y mi padre están sepultados por el deslave, desapareció nuestra casa, no tenemos que comer, no hay agua, nadie nos ayuda, soy sola y aquí me voy a morir, aquí ya no podremos vivir y no sabemos a dónde ir.", son expresiones que oprimen al alma.
Estremece lo sucedido en La Pintada, donde el lodo del cerro que se desgajó tapó las casas de gente dedicada al cultivo de café y siguen allí más de 50 cuerpos bajo tierra.
Lo sucedido en Tixtla, Guerrero, es de horror. Allí se desbordó la Laguna Negra que tiene a gran parte de la población con el agua a la cintura, está cubierto el panteón por acuíferos y presagia el inicio de epidemias mortales. La gente se niega a abandonar sus casas y un desesperado dijo: "La Virgen de los Dolores (rescatada de esas aguas) es muy milagrosa, pero ahora no vemos claro".
"Nunca había sucedido esto", se escucha en todas partes. Es porque nadie explica los cambios climáticos y el calentamiento del planeta, lo cual intensifica la evaporación de los mares y la creciente fuerza de tormentas. Las autoridades obligadas a informar viven en otro mundo.
Son lecciones a seguir. En bien de generaciones futuras debe obligarse a autoridades federales y estatales a no otorgar licencias de construcción frente a las playas, ni en márgenes de ríos y lagos, ni tampoco junto a montañas en peligro de derrumbes, lo cual es factible determinar.