Esclavitud

Opinión
/ 19 octubre 2013

Luis Maldonado Venegas

Este sábado 19 de octubre se cumplen 203 años de la promulgación, en Valladolid (Morelia), del decreto de Miguel Hidalgo y Costilla (ratificado el 6 de diciembre de 1810 en Guadalajara) para prohibir la esclavitud en la Nueva España.

Es de llamar la atención que la abolición decretada por el prócer de nuestra Independencia no arremetía contra el modelo histórico de la esclavitud heredada, que provenía de Roma, sino de la nueva esclavitud que trajo consigo el descubrimiento del Nuevo Mundo en el siglo XV, para cobrar pujanza a partir del XVI: la mano de obra (la africana y la de indígenas americanos) que sirvió a los conquistadores españoles para extraer riquezas del subsuelo, hacer producir la tierra y asegurarse servicio doméstico. Es evidente, además, la visión precursora del sacerdote rebelde, que imbuye su decreto de un elevado contenido social y anticipa, aunque sea sólo por intuición, el espíritu legislativo de una rebelión que también reclama libertad para los esclavos de la Nueva España.

Si bien la decisión de Hidalgo no tuvo efectos inmediatos (¿quién en aquellas circunstancias lo hubiera esperado?), lo cierto es que al paso de los años se convirtió en un legado histórico para la vida institucional de México. Hoy, la Constitución General de la República ratifica que la libertad es un derecho irrenunciable de los mexicanos y ratifica la prohibición de la esclavitud.

Dinamarca fue el primer país europeo que abolió el comercio de esclavos, en 1792, seguido del Reino Unido en 1807 y Estados Unidos en 1810. En el Congreso de Viena de 1814, el Reino Unido consiguió que casi todos los países europeos firmaran una ley que prohibía el tráfico de esclavos. En 1842 los Estados Unidos y el Reino Unido aseguraron que no salía ni un solo esclavo de las costas africanas.

En 1926, la Convención sobre la Esclavitud fue un tratado internacional promovido por la Sociedad de Naciones y firmado el 25 de septiembre de 1926 (entró en vigor desde el 9 de marzo de 1927) que declaró ilegal la esclavitud y creó un mecanismo internacional para perseguir a quienes la practicaran. La Organización de las Naciones Unidas, como sucesora de la Sociedad de Naciones, asumió cabalmente los compromisos de la Convención.

He dicho que sería una necedad negar los avances de las libertades en el mundo y, por lo que toca a nosotros, del México independiente (Revolución de por medio). Pero en el arranque del siglo XXI, ¿podemos presumir que ha sido abolida la esclavitud? ¿Puede afirmarse que ha sido erradicado ese deplorable estado social que, por ley o por costumbre, expone inaceptable servidumbre humana?

Hoy en día, uno de los factores causantes de servidumbre humana es la desigualdad social: una minoría de la población es rica y una mayoría vive en condiciones de pobreza extrema, condenada a la esclavitud en muchos aspectos. En este escenario, nuestro rezago salta a la vista. Y la única manera de detener el empobrecimiento es luchar por una sociedad más justa y equilibrada, con altitud de miras, sin sectarismos y con unidad.

Comentarios: luismaldonadovenegas@hotmail.com

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