Entre Steve Jobs y Sabina Rivas

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La tarde del sábado acudí al cine a ver el estreno de "Jobs", cinta protagonizada por el actor estadounidense Asthon Kutcher. Ya entrada la noche, me quedó algo de tiempo y me dispuse a ver "La Vida Precoz y Breve de Sabina Rivas" en Netflix, protagonizada por la actriz venezolana Greysi Mena.
Si bien las coincidencias existen en la inquietud y ambición que despierta la juventud, naturalmente el proceso y el desenlace de estos dos personajes fueron y siguen siendo diametralmente opuestos. En ambas historias nunca existe una similitud de circunstancias, quizá lo único que equipara a ambos personajes es el deseo ardiente que tiene todo joven por conquistar sus sueños.
Steve Jobs no fue un chico adinerado, fue dado en adopción por sus padres biológicos. Su familia adoptiva fue de clase media, sin acceso a los lujos que suelen relacionarse con el american way of life. Por su parte, Sabina Rivas huyó de su hogar y de ese hecho arrancó el drama de su vida. En ello estriba la primera diferencia entre estos dos personajes. Se llama familia, eso que en la juventud solemos menospreciar, pero que, sin duda, constituye un cimiento, sostén y motor para nuestras vidas.
Steve Jobs regresa a su familia para desahogarse y recargar baterías, es ahí a donde Sabina Rivas no podrá nunca retornar.
Aunque sus padres no tenían todos los medios necesarios para que Steve acudiera a la Universidad, ello no le impidió matricularse, aún cuando decidió que la universidad le estorbaba para su formación; fue esa misma educación la que lo condujo a esa conclusión.
En el caso de Sabina Rivas, estudiar no era una opción, en realidad nunca lo fue para ella, ni para los miles de centroamericanos y mexicanos que viven en la más absoluta pobreza. La segunda diferencia se llama educación y el medio para una buena educación es una buena escuela, buenos maestros y buenos padres de familia.
Para Steve Jobs, abandonar la universidad fue emprender el vuelo, refugiarse en la pequeña cochera de sus padres, reclutar a un grupo de amigos y echar a andar su imaginación. Innovar y aterrizar una visión, una idea, un proyecto. El dinero no fue lo primero que cruzó por su mente; fue una visión. El dinero llegó después. Huir de su casa fue, para Sabina Rivas, emprender el vuelo, emplearse como prostituta en El Tijuanita y cruzar la frontera sur de México para atender clientes, entre los que se encontraban autoridades corruptas en ambos lados de la frontera. Su sueño era llegar a Estados Unidos, pero se conformaba con llegar a Veracruz, pero no logró ninguno de los dos.
La tercera diferencia radica en los medios para lograr un sueño. Jobs no era, ni de lejos, el hombre exitoso que llegó a ser, pero al menos comía, vestía y dormía en un lugar digno. Además, su idea brotó en una economía que permite que las nuevas ideas florezcan. Sabina se tiene que conformar con sacar el mínimo para comer y guardar el resto para pagar el viacrucis que implica atravesar todo México, en medio de autoridades corruptas, tatuados y todo el crimen organizado.
Steve Jobs logró fundar Apple, que se cuenta entre las empresas más exitosas e innovadoras en la historia de la humanidad. Sabina tuvo que regresar al Tijuanita, después de fracasar en su intento por llegar, cuando menos a Veracruz. Steve Jobs pasó a la historia, mientras que decenas de Sabina Rivas siguen siendo explotadas todos los días al amparo de autoridades cómplices.
Familia, educación, medios y gobierno, sin adjetivos. Aquí radica la diferencia.
Twitter: @chuyramirezr
Facebook: Chuy Ramirez