Técnicas de persuasión/disuasión
COMPARTIR
El principal problema al cual nos enfrentamos cuando intentamos persuadir/disuadir a alguien es el hecho de que ese alguien no esté dispuesto a ser convencido
Convencer, ése es el gran objetivo, la más cara ambición de los habitantes de la república de la democracia.
Como entes civilizados, los partidarios de la democracia hemos renunciado a la tentación de simplemente vencer, es decir, hemos abjurado del uso de la fuerza -en cualquiera de sus manifestaciones- para imponer nuestras ideas o decisiones a nuestros semejantes.
A contracorriente de tan barbárica posibilidad, aspiramos a la adopción de nuestras posiciones -por convicción y de manera pacífica- por parte de los demás Y hasta estamos dispuestos a tomarnos la molestia de convencerles.
Para lograr la meta hemos desarrollado un conjunto herramientas argumentativas merced a las cuales nos planteamos vencer las resistencias, demoler las convicciones opositoras, transformar la visión de los demás para igualarla a la nuestra.
El arsenal es, por supuesto, muy variado. Tanto como lo son las estrategias para emplear y dosificar las municiones. Todo depende, más o menos, de cuán pertrechado se encuentra el enemigo y de si la intención es persuadirlo o disuadirlo.
Medir la capacidad de respuesta de la contraparte es fundamental, como puede intuir cualquiera: si deseamos tener éxito en la empresa más nos vale realizar un diagnóstico preciso de las fortalezas y debilidades del rival, pues de otra forma se corre el riesgo no solamente de fracasar en el intento, sino de terminar siendo convencido.
Es indispensable aquí formular una precisión relevante: la asimetría en las capacidades argumentativas no suponen la victoria automática de la esquina mejor dotada. Por lo menos no en términos de convencer a la contraparte de adoptar nuestra visión de la realidad.
Me explico: el público asistente a un debate entre dos individuos cuyas dotes argumentativas sean claramente desiguales podrá acordar sin dificultad que el más habilidoso ha ganado la discusión. Eso no equivale, sin embargo, a la aceptación del error por parte del derrotado.
Tal circunstancia refleja esa característica tan humana de persistir en nuestras posiciones más allá de cualquier racionalidad y más allá de la evidencia. El hecho demuestra, en última instancia, la existencia de un permanente conflicto -librado en nuestro interior- entre la parte racional y la parte puramente animal de los seres humanos.
En otras palabras, el principal problema al cual nos enfrentamos cuando intentamos persuadir/disuadir a alguien es el hecho de que ese alguien no esté dispuesto a ser convencido, es decir, que no esté dispuesto a ceder en sus posiciones, sin importar la contundencia con la cual se le demuestre el error en el cual se encuentra.
En atención a tal circunstancia, hemos desarrollado lo que arbitrariamente llamaré técnicas agresivas de persuasión/disuasión.
No faltará quien califique a tales técnicas como instrumentos de violencia, es decir, como herramientas no para convencer, sino sólo para vencer mediante el uso de la fuerza. No faltará incluso quien bautice tales técnicas de vil vulgaridad.
Y a lo mejor tiene razón quien así piense, pero si el asunto sólo se analiza desde una perspectiva utilitarista la cosa cambia, pues ello actualiza el principio según el cual el fin justifica los medios.
O al menos así ve acá, su charro negro, el asunto de Crimea
â¿Y qué pitos toca esa península tan mentada últimamente en los reportes noticiosos con todo esto? âse preguntará hasta el lector más distraído.
Pues mucho: como se sabe, la Rusia del señor Putin ha maniobrado exitosamente para anexarse -de forma democrática- el territorio de Crimea, estratégico enclave en el Mar Negro.
La protesta -y las amenazas- de la comunidad internacional no se hicieron esperar. Advertencias de todo tipo han sido lanzadas en dirección al Kremlin condenando un acto que se asume como una agresión a la estabilidad geopolítica.
Nada ha funcionado: el proceso de anexión ha sido concretado con éxito y prácticamente nadie en la comunidad diplomática internacional considera seriamente la posibilidad de una marcha atrás.
Y ahí es donde hacen su aparición las técnicas agresivas
Un grupo de activistas mujeres lanzó una campaña -a través de Facebook- para derrotar al enemigo sin el uso de la fuerza. Para lograrlo, han convocado a las ucranianas a desplegar una estrategia sencilla pero, se intuye, endemoniadamente eficaz: negarle a los rusos la posibilidad de todo encuentro carnal.
Bajo el lema No se lo des a un ruso, las activistas han puesto en marcha una suerte de embargo sexual llamado, sin duda, a tener más éxito que cualquier misión diplomática. Y a juzgar por la virulencia con la cual se ha respondido a su iniciativa desde el bando opuesto, sin duda van por buen camino
¡Feliz fin de semana!
carredondo@vanguardia.com.mx
@sibaja3