BoJack Horseman y los Emmy

Opinión
/ 26 agosto 2014

Un año más de premios Emmy, el 66 para ser exactos. Los que vemos series de televisión no podemos perdernos estas premiaciones –no sé si realmente por gusto o por obligación–, pero siempre subsiste la pregunta: ¿qué tanto le interesan al público menos involucrado?

Sobre los premios en sí ya mucho se ha dicho: nunca son los más acertados; nunca dejan conformes a todos; desconocen a verdaderas joyas del entretenimiento; se guían por una formalidad con las academias y no tanto por premiar a los mejores; no dictan los gustos de la audiencia; es inútil hacer corajes debido a los resultados, y tampoco les quitan el sueño a los que trabajan por amor a su proyecto y no para obtener reconocimientos. 

Pero vamos al otro lado de la pista: las premiaciones como espectáculo. ¿Continúa el formato de las ceremonias de premios–llámense Oscar, Globos de Oro o Emmy– tan vigente como hace cinco décadas? A juzgar por la premiación del lunes a lo mejor de la televisión, me atrevo a opinar que no. Y es que antes las opciones de televisión eran pocas, no existía el internet y era difícil ver a las estrellas reunidas en un mismo lugar. Ahora, la novedad ya no es la misma. ¿Qué busca la audiencia de este tipo de eventos? Entretenimiento.

¿Cómo consiguen las premiaciones musicales marcar la diferencia? Porque llevan el show a un primer nivel y la entrega de galardones a un segundo término. No digo que sea lo más justo, solo lo más provechoso para una producción televisiva de tres horas de duración. ¿Y qué vimos en el Emmy? Más allá de las sorpresas en algunas categorías, muy poco de espectáculo, de entretenimiento. Unos minutos emotivos cuando Billy Crystal habló de su amigo Robin Williams y listo. Lo demás, paja sin novedades, chistes repetidos (y muy locales) y a un Seth Meyers más ácido que divertido. 

Que no pueden quitar categorías de premios, eso es comprensible. Pero no tendrían por qué entregar tantas estatuillas en vivo durante la ceremonia. Que es la esencia de ese tipo de premiaciones… quizás, pero nada está escrito en piedra y renovarse o probar nuevas estrategias no estaría de más. OK, tal vez es sólo mi opinión…

BOJACK HORSEMAN es la nueva serie animada de Netflix, creada por Raphael Bob-Waksberg. Es un intento de comedia negra muy al estilo de lo que realiza Seth MacFarlane (“Family Guy”), aunque el resultado en este trabajo es diferente: es una comedia agridulce y depresiva que raya en el drama total si uno se descuida. 

Con las voces estelares de Will Arnett, Aaron Paul, Alison Brie y Amy Sedaris, “BoJack Horseman” cuenta la historia de un caballo con cuerpo de hombre que protagonizó una popular sitcom en los noventas y que veinte años después, no ha podido superarla. 

El principal problema con “BoJack Horseman”, creo yo, es la inconsistencia en su narrativa y lo mucho que se esfuerza en parecer honesta, provocadora y graciosa. Si esto no llega a desmotivarnos, encontraremos una historia salpicada de buenos chispazos y conoceremos a este abatido protagonista, que no consigue superar el recuerdo de sus años de gloria y con el cual muchos, en mayor o menos medida, podremos sentirnos identificados. Mi Twitter: @CalladitaR




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