La dinastía que no fue
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El juego estaba en la bolsa. Todo lo que separaba del bicampeonato a los Seahawks era una yarda. Una.
Los Patriots dejaron correr los últimos segundos del reloj: 20... 19... 17... Russell Wilson recibió el balón y —contra toda lógica— no se lo dio a Marshawn Lynch y en lugar de ello, le lanzó un pase a Ricardo Lockett; el safety Malcolm Butler interceptó ese osado envío y así, Bill Belichick y Tom Brady ganaron su cuarto Super Bowl juntos.
Los Seahawks ya habían tenido el golpe de suerte que tienen los campeones: aquella milagrosa recepción de Jermaine Kearse, que dejó a Seattle en la yarda cinco de New England con 1:06 por jugar. Vino una carrera de Lynch que los puso en la uno y luego la llamada que Seattle no podrá olvidar en mucho, mucho tiempo. Fue la diferencia entre la derrota y una dinastía.
Poca cosa, ¿no?
“Es la peor llamada de la historia del Super Bowl y la peor decisión de un quarterback también”, dijo Deion Sanders, de NFL Network.
No sé en qué estaba pensando Darrell Bevell, coodinador ofensivo de los Seahawks, pero su “creatividad” hoy ocupa un lugar en los fiascos más grandes de la mitología NFL. Un golpe del que difícilmente podrán levantarse.
Del otro lado de la moneda, la intercepción del novato (y agente libre) Butler le da a Tom Brady y Bill Belichick cuatro títulos del Super Bowl juntos. Chuck Noll y Terry Bradshaw ya no están solos.
Pese a sufrir dos intercepciones, Brady jamás bajó los brazos y jugó uno de sus mejores cuartos periodos de su brillante carrera ante la mejor defensa de la NFL.
En el último periodo, Brady completó 14 de 16 para 130 yardas y dos touchdowns. Y sí, del otro lado del campo estaba la ‘Legion Of Boom’.
Eso le valió ser nombrado MVP.
“Fue nuestra fortaleza mental”, dijo Brady. “Nuestro equipo la tuvo todo el año. Nunca dudamos de nosotros y así fue como lo hicimos”.
La lesión del esquinero Jeremy Lane (se fracturó la muñeca tras la primera intercepción a Brady) fue un factor decisivo en el Super Bowl.
Lane es uno de los mejores desde el slot, y los Patriots descubrieron rápidamente que su suplente, Tharold Simon, no estaba a la altura de las circunstancias. Tres de los cuatro pases de touchdown de Brady fueron atrapados por receptores asignados a Simon: Brandon LaFell, Julian Edelman y Rob Gronkowski.
Brady ahora tiene 12 pases de anotación en seis Super Bowls, con los que supera los 11 de Joe Montana (cuatro con los 49ers).
Pero esto no termina aquí.
La NFL aún investiga el misterioso caso de los 11 balones ligeramente desinflados que Brady usó en el Juego por el Campeonato de la AFC en la masacre a Indianapolis.
Es urgente que Ted Wells —responsable de esta investigación— resuelva el caso y trate de regresarle algo de credibilidad a la NFL.
Sea cuál sea el veredicto, los detractores de Belichick y los Patriots siempre le pondrán un asterisco a este y todos sus títulos.
Hay razones de sobra. Pero no creo que los balones del Super Bowl hayan sido manipulados, y con balones perfectamente inflados, Brady destrozó a la mejor defensiva, en un juego fascinante y memorable.