El Precio del Petróleo-México y el impacto en sus finanzas
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Hace cerca de 17 años, el ahora Secretario de Hacienda y Crédito Público (SHCP), Luis Videgaray Caso empezaba su tesis doctoral del Instituto de Tecnología de Massachusetts (MIT) con las siguientes palabras: Para los países exportadores, una crisis petrolera afecta por la vía fiscal antes que nada, ya que una gran fracción (o todo) de los ingresos se van al gobierno.
La forma en la que el Gobierno ajusta sus gastos y políticas de ingresos es, por consecuente, un elemento clave en el mecanismo de transmisión de esa crisis al resto de la economía. Tomando estas palabras como premisa, que por cierto permanecen tan ciertas como lo fueron en aquella disertación, la pregunta obligada para cerrar esta serie es ¿Cómo impacta a México esta crisis petrolera? Veamos:
Coberturas
El primer mecanismo de amortización que existe en nuestro País es el programa de cobertura de precios de petróleo implementado por la Secretaría de Hacienda y Crédito Público, que tiene el fin de asegurar ciertos ingresos al país en el caso de un posible desplome en el precio del barril. De tal manera que se compra un seguro, se paga una prima y así es Gobierno Federal adquiere el derecho (pero no la obligación) de vender petróleo a un precio promedio predeterminado el siguiente año. En caso de que el precio promedio sea menor al pactado, la contraparte compensaría al Gobierno de la República la diferencia entre el precio de venta y el de la cobertura.
Así, cada año este fondo de cobertura soberana, el mayor en su clase, forma parte del portafolio de manejo de riesgos del Gobierno Federal donde el Banco de México funge como agente intermediario financiero. Por consecuente, la cobertura cubre por completo el precio promedio de 79 dólares por barril de este año (el día de hoy el precio Mezcla Mexicana de Exportación (MME), que típicamente se cotiza a un descuento con relación al WTI, se encuentra en 54.65 dólares). Ello implica que el Presupuesto de Egresos de la Federación para el ejercicio 2015 no está expuesto al riesgo de reducciones en el precio del petróleo.
Sin duda, ayudó que esto se negociara antes del desplome de los precios a finales del año pasado. Se estima que el costo de la cobertura de 773 mdd previno una pérdida de 7 mmdd. Pero cabe destacar que este precio no cubre la totalidad de las exportaciones de petróleo porque asegurar el 100% de las exportaciones sería extremadamente caro. En realidad, lo único que se busca es asegurar la exposición del Gobierno Federal, mientras que el resto se deja a las condiciones de los mercados.
A su vez, este seguro también compra un activo invaluable: tiempo. No será hasta septiembre de este año cuando se discuta el presupuesto del 2016, que se vuelva a tocar este punto. Ganar tiempo representa un gran beneficio en tiempos de crisis e inseguridad laboral para la industria energética. Y si bien ya hay pláticas de cubrir las exportaciones para el 2016, en este año hay cosas más importantes de qué preocuparnos.
Finanzas Públicas
Lo que no contemplan el programa de coberturas son las disminuciones de los ingresos públicos debido a un menor ritmo de crecimiento económico esperado para el presente año. La caída en los precios del petróleo ha pospuesto inversiones importantes en nuestro país que se esperaban con la reforma energética. Para contrarrestar la disminución de los ingresos el gobierno contaba con diferentes opciones:
1. Se pudo haber elevado el nivel de impuestos, pero incrementar impuestos por un gobierno ya impopular sería suicidio político. Afortunadamente existe un acuerdo de Estabilidad Tributaria que compromete a no modificar los impuestos hasta el 2018.
2. Se pudo haber decidido endeudarnos por un monto equivalente a la disminución y así elevar el déficit fiscal. Una situación que pondría en riesgo nuestra calificación soberana y por ende nuestras posibilidades de acceder a capital para los mercados emergentes. (algo que, por cierto, se espera mejore en cuanto la Reserva Federal de Estados Unidos anuncie aumentos a su tasa de interés).
3. La única opción viable para el Gobierno fue una reducción en el gasto público, cosa que se hizo recortado un gasto equivalente a un 0.7 por ciento del Producto Interno Bruto (PIB) y se espera que reduzca 0.7 el próximo año.
El PIB este es el principal indicador o termómetro de la salud de un país. Entre muchas otras cosas, cualquier cambio da señales del potencial de crecimiento o recesión en nuestro país. ¿Pero qué quiere decir esto para los bolsillos de los mexicanos? Conceptualmente en una reducción de gasto de 124 mil 300 millones de pesos del presupuesto del gobierno aprobado el Noviembre pasado. Palpablemente en la cancelación de proyectos de infraestructura como el tren de Yucatán, ó el de Querétaro, y en recortes substanciales a Pemex y CFE. Recortes que, a su vez, se ven reflejados en sus contratistas, sus empleados y sus activos.
Claro que el impacto a Pemex y la Reforma Energética (vía Ronda uno) es negativo pero, gracias a una diversificación en nuestros ingresos, el día de hoy somos un país predominantemente exportador de manufacturas y crecientemente exportador de servicios. El efecto neto, una vez que tomamos todo en consideración, es un impacto limitado para el consumidor mexicano durante el 2015. Visto desde los indicadores macroeconómicos no estamos nada mal cuando nos comparamos con otros mercados emergentes. Por ejemplo, tenemos una inflación contenida, un déficit manejable y una cantidad de reversas internacionales considerables. Una situación envidiable cuando la mayoría de los países exportadores han estado sufriendo fuertemente gracias al desplome en los precios. En su caso, cualquier cambio a esta etapa requerirá de reformas estructurales poco fáciles de concretar.
Así mismo, habrá que afianzar nuestra estrategia para los siguientes años, ya que, de no mejorar la situación, llegará a afectar otros factores, como las fuerzas para combatir el crimen organizado, por dar un ejemplo. De hecho es exactamente así, con una visión a largo plazo, como se crea el Fondo Mexicano del Petróleo para la Estabilización y el Desarrollo, con el propósito de administrar los ingresos petroleros de manera que se tenga un patrimonio para el futuro y un colchón para tiempos como éstos. En Noruega, por ejemplo, un fondo similar creado en 1998 se ha convertido en el más grande de su clase y actualmente representa casi 3 mdp porcada uno de sus ciudadanos.
Volviendo a la perspectiva mexicana durante esta crisis petrolera, si el día de hoy podemos sacar la cara por encima del agua y tenemos algún plan para el futuro, no es gracias a una persona o un partido político, sino gracias a una serie de decisiones democráticas que México ha decido ejecutar. Aún así, si queremos llegar al mismo rendimiento de Noruega, lo importante del enunciado anterior no es la palabra democracia, sino el verbo ejecutar. Como diría Videgaray Caso en el último párrafo de su disertación, después de analizar las respuestas a las crisis en diferentes economías petroleras: Desde una perspectiva normativa, lo relevante no es qué política es la mejor, sino que las instituciones pongan las normas en práctica.
Merlin Cochran
@merlinken