Simplemente, no supimos ni sabemos medir a El Bronco

Opinión
/ 2 octubre 2015

Recibí una comunicación de Ricardo de la Peña, responsable de las encuestas GEA-ISA, a propósito de La historia en breve de ayer, titulada “Si nuestros encuestadores fueran pilotos, estaríamos muertos”.

Afirmé en la columna que las encuestas electorales mexicanas son demasiado erráticas, malas, no saben medir al votante. Son como esos futbolistas a que se refería el escritor David Toscana: lo normal en ellos es la mala puntería; un pianista que cometiera tantos errores sería abucheado, un médico perdería la licencia, un piloto estaría muerto. Pero, concluí, un encuestador electoral mexicano está puesto para la que sigue, sin explicaciones ni disculpas de por medio.

Escribe Ricardo de la Peña: “Tienes razón: si fuéramos pilotos, el avión no resistiría una tormenta como la que ocurrió en Nuevo León y tendríamos aterrizajes riesgosos en muchos casos. Pero no somos pilotos: nuestra labor debiera cotejarse más con la de otros campos en que la ignorancia es mayor que la certeza, como sismólogos y vulcanólogos”.

Continúa: “Pero también en el campo de las encuestas hay avances. El peor caso en 2015 para las encuestadoras fue que simplemente no supimos cómo medir el fenómeno de los candidatos independientes. Pero no es cosa de ‘estar simplemente puestos para lo que sigue’. Necesitamos revisar críticamente los orígenes de los fallos y postular nuevas hipótesis que busquen mejorar las mediciones y evitar yerros”.

Ricardo me remite a un artículo que publicó el martes en La Crónica. Es un ejercicio de reflexión y autocrítica sin regateos (algo que no se hizo a cabalidad después de las elecciones de 2012). Parte de la aceptación del fracaso al medir las preferencias por “El Bronco”. GEA-ISA, por ejemplo, lo puso en tercer lugar, 19 puntos debajo de la candidata del PRI, Ivonne Álvarez. Conjetura que, más allá del ocultamiento del voto que habrían hecho los entrevistados, cabe la posibilidad de un “sesgo potencial presente en las muestras, que explicaría por qué ni siquiera los conteos rápidos auguraban una distancia como la que se dio finalmente: 17 contra 25 puntos, ocho puntos en una muestra de actas donde ya no existe selección o respuesta directa del votante distinta a su verdadero voto”.

Y con base en preguntas hipotéticas, hace una serie de formulaciones que podrían ayudar a corregir el error. Una de ellas sería la construcción de una “variable oculta, que asuma como votante por un candidato independiente a quien diga tener una opinión positiva por tal candidatura”.

Ricardo adelanta que GEA-ISA lo ensayará en futuras elecciones. Agradezco su comunicación y celebro el reconocimiento y rápida revisión de la falla. Es una buena señal ante las tormentas y aterrizajes riesgosos por venir.

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