Me lo paró (Vol. 2 El UBER)

Opinión
/ 1 julio 2015

Comparto aquí el testimonio de dos personas cercanas a mí que ya tuvieron la suerte de transportarse bajo el esquema de UBER (una alternativa al taxi tradicional), por supuesto en ciudades con mejor suerte que Saltillo.

Caso 1. Cd. de México.- Acabamos de llegar del DF, y estando allá utilizamos UBER en todos nuestros recorridos. Pagamos, fácil, la mitad o menos de lo que nos habría cobrado cualquier taxi. Lo pides con tu celular, te notifican quién será tu conductor, con nombre y fotografía, y puedes contactarlo para ponerte de acuerdo. El tiempo de espera no pasó jamás de 10 minutos. Si necesitas un vehículo más espacioso porque vas con equipaje te lo mandan, o si requieres un auto ejecutivo también tienen esa opción, obviamente allí sí varía el precio. Pero el coche normal, el económico que pedimos, estaba más nuevo y cómodo que cualquier taxi. Hasta el chofer iba de traje.

Tu recibo se genera automáticamente y te llega al celular, pagas con crédito o débito, incluso, si son varios ocupantes, pueden dividirse el pago. Al final puedes evaluar el servicio que recibiste, de cero a cinco estrellas, así que por eso los conductores se esmeran.

Caso 2. Aeropuerto de Phoenix, Az.- Apenas pisé tierra, hablé y llegó rapidísimo. Acá también los taxistas son muy territoriales, no permiten la entrada de UBER, pero con un sencillo truco que hallé en internet le pude llamar.

El coche súper limpio, no olía a nada. Una cámara graba todo el tiempo por mutua seguridad. La identificación del conductor está a la vista. Desde que solicitas el servicio puedes pedir una estimación de lo que pagarás y al final no le tienes que dar propina como en otras partes. El conductor me ofreció una botellita de agua y hasta trae diferentes cables para poner a cargar mi cel.

Al final el costo de la carrera fue de 12.46 dólares. Un taxi me habría cobrado entre 25 y 30 US. Dlls, pero por si fuera poco, por ser la primera vez que usé UBER desde mi cel no pagué ¡absolutamente nada! Fue una experiencia de cinco estrellas. En serio.

No. No obtuve estos testimonios de una revista, de la red o de un relato de ciencia ficción. Como le digo, me los compartió de primera mano mi gente más allegada.

Pero deme un minuto, déjeme le digo cuál es la mejor parte en todo esto: Lo mejor es que aunque UBER es un servicio limpio, eficiente y muy barato no tiene absolutamente nada que ver con que las experiencias aquí relatadas vengan de la gran ciudad (caso 1), o del Primer Mundo (caso 2).

Cualquier comunidad con ciudadanos lo suficientemente capaces de organizarse puede acceder a los servicios de UBER, que no hace más que coordinar a los usuarios del transporte público, con la gente que esté dispuesta a dar el servicio bajo los criterios arriba mencionados, poniendo para ello a disposición la correspondiente plataforma y aplicación para teléfonos celulares.

Y es que el servicio lo puede brindar cualquiera que, teniendo un automóvil en buen estado, acepte dar la calidad en el servicio que UBER exige, que no es nada del otro mundo, sino lo mínimo que deberíamos recibir los ciudadanos de nuestros servicios concesionados (como el servicio de taxis), pero como nunca se nos da, cuando escuchamos de UBER hasta nos parece una maravilla de otro mundo.

El esquema de UBER es tan sencillo y noble, que las historias felices también están del lado de los conductores, quienes ganan buen dinero dando un buen servicio. Nada más simple.

La gran pregunta es cómo resulta rentable siendo tan económico. Esto se explica en que se trata de un modelo empresarial y de servicio esbelto, libre de burocracia, caciques, autoridad, sindicatos y otros intermediarios.

Así hay ganancia para la empresa (comisiones mínimas a gran escala), para quien trabaja (con horario flexible y sin patrones), para el usuario (no se diga) y hasta para la sociedad, ya que UBER es fuente de autoempleo y no obstante paga impuestos.

Esta es la receta más sencilla, efectiva y a prueba de errores desde la invención del sándwich. Me pregunto por qué no estamos usando UBER desde la semana antepasada, desde hace un año, o por qué no se nos ocurrió a nosotros mismos, que padecemos una deficiencia histórica en materia de transporte público.

Habría que ser muy cerril, obcecado y retrógrada para oponerse a un progreso tan significativo. Sin embargo, me atrevo asegurar que la eventual implementación de UBER en Saltillo no estará libre de objeciones mezquinas e impedimentos chapuceros. Los analizaremos en la siguiente entrega. Mientras tanto le pido que siga soñando con un servicio de transporte de primera, eficiente, limpio y barato para esta ciudad que ya va por su 438 aniversario y aun no tiene una forma de que sus habitantes se desplacen con dignidad.

P.D. Me dice el despachador de gasolina que nunca hubo tal desabasto, pero se soltó el rumor y todos como histéricos se fueron a surtir en desbandada, provocando así la verdadera escasez en la ciudad (no los quiero ver el Día del Juicio, canijos, se ve que saben guardar la calma).

Lo curioso de este episodio es que se dio el mismo día que la justicia norteamericana implicó al exgobernador Humberto Moreira en el saqueo al erario coahuilense y consecuente lavado de dinero. ¡Qué oportuno! ¿No? Claro que hemos de comentarlo, una vez concluida nuestra disertación taxis-UBER.

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Columna: Nación Petatiux

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