Dulcísimos dulces

Opinión
/ 22 diciembre 2025

¡Qué sabrosuras hallé en ese antiguo libro tan sabroso! Miren ustedes algunas de las dulcísimas galas que presenta, todas con nombres peregrinos

El otro día estuve en Guanajuato. La ciudad ha cambiado mucho desde los tiempos en que, director yo del Ateneo Fuente, llevaba cada año a un grupo de 30 muchachas y muchachos al Festival Cervantino. Entonces esos festivales eran un gozo del espíritu; luego se volvieron una gran cantina. Entiendo que ahora los están regenerando.

En Guanajuato procuro siempre ir a una librería de viejo que está cerca de la plazuela de San Roque. En esta ocasión encontré ahí un libro delicioso, por su edición y por su contenido. Es de recetas de dulces mexicanos. Nuestro país, de sobra está decirlo, es rico en cosas ricas. Los postres de México son infinitos en número e insuperables en sabor. De ellos han hablado insignes comilones: Alfonso Reyes; Joaquín García Icazbalceta; don Artemio; José Fuentes Mares, que en su libro “Nueva Guía de Descarriados” nos entregó un sabio itinerario a los que gustamos de comer y beber bien.

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Ahora que lo veo, todos los señores que acabo de citar eran conservadores, de derecha. En efecto, la gente de la izquierda no sabe, por regla general, de los placeres de la mesa. Y si no fíjense ustedes en las caras de don Benito Juárez y don Vicente Lombardo Toledano, por citar dos ejemplos nada más. A las claras se ve que eran dispépticos. Deben haber andado siempre al mal traer con úlceras, gastralgias y otros mayores males del estómago. Dios los tenga en su Santo Reino.

A la gente de la derecha, en cambio, le gusta comer bien. “Comer hasta reventar –decía un padrecito–, que todo lo demás es gula”. Yo, que no soy de derecha, ni de izquierda, ni de centro, digo: “En comida, de lo bueno, poco. Y de lo poco, mucho”.

¡Qué sabrosuras hallé en ese antiguo libro tan sabroso! Miren ustedes algunas de las dulcísimas galas que presenta, todas con nombres peregrinos:

Melones lecheros.

Asado de peras.

Huevos nevados.

Bavaroise de tuna.

Caramelos de café con leche.

Capulines dulces.

Bigotes de arroz.

Almendras endiabladitas.

Betises de cacahuate.

Uvas taurinas.

Invierno de sandías.

Turroncitos de la Virgen.

Con sólo escribir esos fantásticos nombres ya se me está haciendo agua la boca.

¿Me creerán si les digo que existe un postre que se llama “Molletes de frijol al coñac”? Es un dulce hecho a base de frijoles, especial, dice el recetario, para la cena de Nochebuena. Si no me lo creen, he aquí la receta:

Se ponen a cocer los frijoles en agua clara, después de

remojarlos durante la noche. Cuando estén bien cocidos

se muelen muy bien y se mezclan con una poca de leche,

polvo de canela, yemas de huevo y azúcar al gusto. En

una sartén con bastante manteca se van friendo cucharadas

hasta que doren; se colocan en un platón; se les da un

baño de almíbar perfumado con coñac, y se adornan con

almendras y pasas. Finalmente se sirven y se comen.

¡Frijoles y coñac en una misma receta! ¿Podrá verse tal cosa en otra parte a más de México?

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Escritor y Periodista mexicano nacido en Saltillo, Coahuila Su labor periodística se extiende a más de 150 diarios mexicanos, destacando Reforma, El Norte y Mural, donde publica sus columnas “Mirador”, “De política y cosas peores”.

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