Claudia López Terroso: Naturaleza entre sueños y metáforas

Opinión
/ 30 marzo 2016

La energía es una fuente de inspiración que evoca a la imaginación y activa  los poderes oníricos. Para la artista Oaxaqueña Claudia López Terroso, esta es la esencia de su trabajo. 

Claudia López Terroso concibe la casa como un espacio íntimamente relacionado con la energía que habita. Al igual que la concepción de Gastón Bachelard, donde la casa trasciende el espacio físico, a través de metáforas que propician su dinamismo. 

La casa es el lugar en el que el ser humano se siente protegido, desempeña actividades domésticas, comparte emociones con su familia. La artista lleva sus  experiencias a un proceso conceptual que integra sueños, espíritus, memorias, y sensaciones para convertirlas en imágenes.

¿De qué manera la artista retorna a su hogar a través de su obra? Su trabajo es una re-escenificación del origen, la naturaleza y su relación con el espíritu a través de rituales y prácticas chamánicas. Estas nociones se han transmitido en su familia a lo largo de generaciones, y se manifiestan en su obra por medio de códigos. 

Claudia produce dibujos, fotografías, objetos, libros y una bitácora de experiencias personales como medios interpretativos, que invitan al espectador a realizar una introspección consciente: la de un soñador que habita y extiende la imagen.

En Bajo los párpados Claudia López Terroso, ilumina la naturaleza, haciéndola cómplice de sus sueños y de su vida. Las nubes blancas se difuminan sobre las montañas y contrasta con el verde de los árboles, formando una composición etérea en la que ella misma se integra montada sobre una vaca, resaltando su presencia con una corona de flores rojas. 

El montaje de esta escena es una celebración a la naturaleza que resalta una coexistencia nata, donde los actos más simples como el andar, disfrutar, e imaginar, son experiencias en el que el ser humano es consciente de su entorno respetando el intercambio de sus energías. 

Claudia López Terroso nos hace reflexionar sobre la valoración humana y su estrecho vínculo con la naturaleza, como una casa que se vuelve un espacio de goce infinito e inmaterial que se transforma consecuentemente con nuestras acciones.

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