5 años haciendo historia: el gobierno de AMLO

Opinión
/ 10 septiembre 2023

La historia es nuestra y la hacen los pueblos

Desde los años 80, se implementó un régimen económico contrario a los intereses populares. Este régimen, llamado neoliberalismo, tenía la principal característica de supeditar los poderes del Estado a las dinámicas del mercado, dejándole libertad de definir el futuro y la estabilidad de las personas y haciéndolo a un lado en el ámbito de economía. Esto terminó empujándolo a atender de manera residual a sus víctimas: las poblaciones rurales. Aunado a ello, se implementó una política social perversa que buscaba focalizar los problemas de quienes se encontraban por debajo de la línea de la pobreza y entregarles dádivas disfrazadas de programas sociales sin ningún tipo de investigación previa, o más bien, con el único requisito de que estuvieran debajo de la línea socioeconómica más baja, modelo que se llevó hasta la perfección con el presidente Ernesto Zedillo, y trascendió sexenio tras sexenio hasta Enrique Peña Nieto.

El expresidente Carlos Salinas de Gortari utilizó su programa insignia, PRONASOL -Programa Nacional de Solidaridad- para entregar muchos tipos de apoyos en especie y obras, y el presidente Zedillo utilizó Progresa para entregar efectivo de manera condicional para que sus beneficiarios asistieran a la escuela y revisiones médicas. Estos programas, con el pasar de los sexenios, fueron cambiando su nombre e identidad para entregar apoyos a quienes cumplieran con el requisito de estar por debajo de la línea de la pobreza y sin ningún control por medio de aparatos sociales totalmente corrompidos que en realidad nunca permitieron que el recurso llegara a manos de quienes en realidad lo necesitaban por el hecho de permanecer alejados, hablamos de las personas en condiciones de pobreza extrema. Los apoyos se entregaban al mismo tiempo que dichos intermediarios se encontraban coludidos con el partido en el poder (PRI), los cuales les servían falsamente como métodos clientelares y asistencialistas, buscando generar coacción contra el pueblo para permanecer en el poder y retener al electorado. Estos programas solamente les servían a quienes vivían bajo condiciones muy específicas, y sólo contenían la pobreza, pero no ayudaban a que fuera superada, sino que eran una de las muchas distracciones para desviar el recurso hacia las manos de sus preferidos del gobierno.

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El día 26 de julio un dato revelador e importante para el futuro de la cuarta transformación se hizo presente: el INEGI dio a conocer los resultados de la Encuesta Nacional de Ingresos y Gastos de los Hogares (ENIGH), en donde resalta que de 2018 a 2022, el 10 por ciento más pobre de los hogares del país aumentó su ingreso en un 19.9 por ciento. El objetivo de esta encuesta es mostrar un panorama estadístico de los ingresos y gastos de los hogares hablando de su monto, procedencia y distribución, lo cual quiere decir que un aumento de este tipo, sobre todo después de una pandemia y un conflicto bélico en Europa, dota a la política social implementada por el gobierno popular de la 4T, encabezada por el presidente López Obrador, de efectos positivos, motivo de aplauso en esta materia.

La llegada del gobierno de Andrés Manuel López Obrador trajo consigo una modificación radical en la aplicación de estos programas sociales, que pasaron de ser focalizados a ser universales y se convirtieron en derechos constitucionales, negando lo clientelar y discrecional, entregados con el sustento de estudios de zonas y de sectores. Esto quiere decir que ahora no importa si la persona que recibe el beneficio pertenece a un partido o a otro, o si es parte de cierta etnia o grupo social. Hoy ese nuevo régimen implementado por la 4T ha dado resultados que sirven para darle continuidad y profundidad a este movimiento de transformación que ha llevado durante lo que va del sexenio a salir de la pobreza a cinco millones de ciudadanos y ciudadanas, a pesar de la adversidad.

Cabe destacar que el crecimiento económico del PIB en 2023, fue de 3.6 por ciento; este aumento se ha logrado conjuntamente con el hecho de que existe una buena política social, diferente, salarial y laboral favorable para la clase trabajadora, así como una buena relación con los empresarios -con confianza-, y la fortuna de la relocalización -nearshoring- de las empresas de otras partes del mundo para invertir en México, y le ha dado buenos resultados al país. Esto tiene una relación directa con el desarrollo y la justicia social, algo que se ha impulsado siempre desde la llegada de la 4T y que la comentocracia ha tachado de demagógica a la comunicación política al momento de utilizar el lema “por el bien de todos, primero los pobres”, cuando es un principio rector y una política central del gobierno. Al poner siempre por delante al pueblo, se otorga un mayor acceso a sus derechos y justicia social.

Otra cosa que es de aplaudirse y de subrayar con el plumón más vistoso, es que la desigualdad se redujo. El coeficiente de Gini, que es una herramienta analítica para medir la desigualdad económica de una sociedad, ha puntuado cifras favorables para nuestro país. Cuando este indicador es cercano a 1 hay mayor desigualdad y cuando es cercano a 0 hay menor desigualdad, dictando anteriormente una desigualdad entre los hogares de 0.426 y en la actualidad reducida a un 0.406. Esta es una reducción muy pronunciada, contundente y digna de señalarse.

Esto se traduce en que el 10 por ciento de los hogares más ricos de México, antes del gobierno de López Obrador ganaba 21 veces más, en promedio, que el 10 por ciento más pobre de los hogares y ahora gana 16 veces más, lo cual demuestra un combate a la desigualdad y a la pobreza estructurado, cabal, en congruencia con lo que siempre se ha buscado y no las falsas mentiras de la tecnocracia neoliberal de los manuales de economía fríos y cuadrados de los gobiernos anteriores que veían al pueblo como un número, como un indicador, con esa teoría del goteo, donde si llueve arriba, digamos en la clase empresarial, goteaba a la clase trabajadora, a los de abajo. Se acabó esa frialdad de la economía y ahora hay calor con el pueblo; la economía se utiliza para beneficiar, para apoyar y para sacar adelante a los sectores más empobrecidos del país. Y esto se va a seguir haciendo porque se busca establecer un nuevo régimen político y económico con justicia social, dejando lejos esos tiempos inmundos donde todos éramos cifras para pasar a ser personas con acceso a derechos.

Con esto hablamos de algunas de las acciones más trascendentes de los cinco años de gobierno del presidente López Obrador, pero no son las únicas. Si bien hay una larga lista de logros plausibles, por motivos de la extensión de este espacio, no es posible enunciarlos.

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