A los científicos, cárcel. Pero a los narcos...
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Dejar las ideas por escrito tiene sus ventajas, sobre todo cuando se advierte de riesgos por venir. La más importante de ellas es la posibilidad de contrastar lo expuesto en un momento dado contra lo ocurrido después.
Digo lo anterior porque en mi caso, como ya lo he comentado antes, dejé por escrito, desde julio de 2018, en una trilogía de artículos publicados en este mismo espacio, mi opinión respecto de los 50 puntos del “plan de combate a la corrupción” presentado por el entonces candidato ganador de las elecciones presidenciales.
No se trataba, afirmé entonces, de ningún proyecto visionario para combatir la corrupción, sino apenas de un conjunto de ocurrencias elaborado con la intención de utilizar el derecho penal para perseguir a los enemigos políticos del Iluminado de Macuspana.
A tres años de distancia, aquel análisis cobra valor ante los hechos presentes, los cuales evidencian la vocación autoritaria del gobierno de la transformación de cuarta, cuyo juarismo queda retratado en la forma en la cual trata a sus “amigos” y a sus “enemigos”.
El problema radica, desde luego, en quiénes son los amigos y a quiénes se ha colocado en el casillero de los enemigos.
Quién está de uno y otro lado es evidente al menos en dos ejemplos en desarrollo: el caso de los 31 académicos a quienes se busca encerrar en una cárcel de máxima seguridad, y el del excandidato presidencial Ricardo Anaya, quien por estos días ha liberado una serie de videos en los cuales expone la forma en la cual, desde su punto de vista, se le persigue por ser contradictor de nuestro Perseo de pantano.
El caso más grave es, a no dudarlo, el de los académicos pues, con independencia de si existen pruebas de posibles desvíos en el uso de recursos públicos, resulta inentendible la ferocidad con la cual se les persigue equiparándoles, en el discurso de la Fiscalía de Alejandro Gertz Manero, con los más peligrosos delincuentes planetarios.
Hasta ayer eran individuos a quienes podía encontrárseles encerrados en un cubículo o en un laboratorio, diseñando experimentos, leyendo libros, escribiendo ensayos... actividades todas ellas, desde la perspectiva de la FGR, capaces de poner en grave riesgo a la sociedad.
En contrapartida, a quienes envían regalos explosivos; o a quienes secuestran, asesinan y desmembran seres humanos; o a quienes todos los días roban y trasiegan combustibles; o a quienes queman vivos a presuntos secuestradores; o a quienes se dedican al tráfico de drogas... a esos... si se “portan bien” el día de las elecciones, la Fiscalía no tiene razón alguna para investigarles o perseguirles.
Y justo ahí, en la comparación y el contraste, se encuentra la evidencia de cómo se miente a la hora de manifestar el “compromiso” de la administración pejelagartiana con el combate a la corrupción y la impunidad.
Imposible creerle a un gobierno cuyo estandarte es el discurso esquizofrénico: a un grupo de académicos se le persigue con ferocidad inaudita, pero a quienes han decidido hacer de la delincuencia un estilo de vida se les trata con elegancia y cortesía.
Aristas
Para fortuna colectiva, ayer inició la cuenta regresiva de este bache en la historia moderna del país, pues iniciaron ya los tres años restantes de un sexenio llamado a pasar a la historia como uno de los peores de nuestra vida independiente... y miren si hemos tenido malos ratos...
¡Feliz fin de semana!
@sibaja3
carredondo@vanguardia.com.mx